Por
  • María Pilar Clau

De lo frágil

De lo frágil
De lo frágil
Pixabay

Ayer me quitaron el yeso que ha mantenido mi brazo izquierdo inmóvil durante cuatro semanas. 

Ahora la muñeca está asustada, desprotegida, sin fuerza y con la atención puesta en no hacer movimientos que ahora, tan frágil, la romperían de nuevo con facilidad. Parece libre, como ansiaba, pero no lo es, aún no lo es. La miro y me veo a mí misma cuando salí del hospital tras casi cinco meses ingresada por las lesiones que me causó un accidente de tráfico: vulnerable, temerosa. Al salir contemplé un mundo irreconocible. Quizá era el mismo, aún no estoy segura, y solo había cambiado el punto de vista desde el que yo lo miraba. Este mundo no es el que yo dejé —le decía con frecuencia a mi marido—; se ha vuelto un lugar inseguro, peligroso. Tal vez era mi fragilidad lo que lo hacía parecer así, seguramente; sin embargo, enseguida falleció mi padre, que era quien sostenía el universo; llegó una pandemia; estalló una guerra en Europa…

Lo cierto es que mi sensibilidad, ya exagerada, cuando salí del hospital se volvió insoportable. Oigo, aunque no quiera, las conversaciones de mi alrededor; percibo con intensidad ruidos, olores… Antes también, pero, no sé si es porque me acostumbré o porque aprendí a ignorarlos, entonces no me abrumaban. Hasta los sentimientos de otros percibo con vehemencia y se cuelan en los míos. No solo encontré distinto el mundo cuando salí del hospital; también a muchas personas, y no porque se hubieran transformado, sino porque las vi de verdad, como son, no su apariencia. Todo lo detecto, como un radar.

El traumatólogo me ha indicado que practique algunos movimientos para fortalecer la muñeca. Me producen dolor, pero como el fin es bueno, los hago. Pienso que si yo también me moviera, como la muñeca, hacia donde duele, recuperaría mi confianza en la vida. Y aunque siga viviendo en una sociedad llena de corrupción y de violencia, en un planeta casi destruido, me haré más fuerte. Actuaré de acuerdo con mis valores porque, a pesar de que moverme en contra de la sociedad me obligue a soportar algún dolor, eso me dará paz. "El miedo corrompe", decía Jiddu Krishnamurti, y yo no quiero dejarme corromper. La fragilidad también es una oportunidad para conocerse, y conocer las propias capacidades es creer en uno mismo. Además, ese percibir con vehemencia imágenes, sonidos, aromas, sentimientos… me concede la fortuna de detectar instantes irrepetibles de belleza y de bondad. 

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión