Por
  • Susana Onega Jaén

Eliot, Joyce y la pesadilla de la historia

Eliot, Joyce y la pesadilla de la historia
Eliot, Joyce y la pesadilla de la historia
Pixabay

En 2022 estamos conmemorando el centenario de la publicación de ‘La tierra baldía’, de T. S. Eliot y ‘Ulises’ de James Joyce, dos obras maestras de la literatura modernista de expresión inglesa. 

Aunque diferentes en muchos aspectos, ambas obras responden a una necesidad similar de expresar el horror de la Primera Guerra Mundial y la desorientación por la pérdida de confianza en el lenguaje para plasmar la realidad. Recordemos que el ‘Tractatus Logicus-Philosophicus’, escrito por Ludwig Wittgenstein durante la guerra, se publicó en alemán en 1921 y en inglés en 1922. Tras exponer su teoría sobre los límites de lo que se puede pensar y decir con palabras, el filósofo austriaco resumía sus demoledoras conclusiones en el famoso último aforismo: "De lo que no se puede hablar hay que callar". La experimentalidad de las obras de Eliot y Joyce refleja esta lucha por expresar lo impensable e indecible. Ambos compartían una concepción mística de la literatura que les permitía equiparar la ética con la estética y creer que el mejor modo de contemplar nuestra vida es desde el punto de vista de Dios o de la eternidad. Pero la ‘muerte de Dios’ proclamada por Nietzsche como consecuencia del racionalismo de la Ilustración y la constatación de la inevitabilidad de la muerte, exacerbada por la guerra mundial, convirtieron la certeza en la existencia de Dios y en la transcendencia en una mera posibilidad extraordinariamente difícil de imaginar.

‘La tierra baldía’ y ‘Ulises’ son dos grandes obras literarias que nacen de la crisis
moral e intelectual que supuso la Primera Guerra Mundial

En ‘La tierra baldía’ y ‘Ulises’ Eliot y Joyce tratan de superar esta falta de certeza adoptando una perspectiva mítica. Eliot se ve a sí mismo y a sus contemporáneos como "hombres huecos" y los sitúa en la tierra baldía, el desierto inhóspito y letal que el caballero errante tiene que cruzar para llegar al ‘hortus conclusus’, el edénico jardín cercado y recoleto de la imaginería medieval, donde reinan la eterna primavera y la pureza. Incapaz de atravesar este desierto, Eliot rechaza las lluvias primaverales que le permitirían completar su viaje iniciático y renacer espiritualmente y opta por mantenerse aletargado bajo la nieve de un invierno perpetuo. Joyce también evoca la terrible tarea impuesta al hombre moderno equiparándolo con Ulises, el legendario héroe griego que pasó diez años luchando en la guerra de Troya y otros diez intentando regresar a su hogar y cuando lo logró, los únicos capaces de reconocerlo fueron su viejo perro Argus y su niñera Eurídice. En el primer capítulo de ‘Ulises’, Stephen Dedalus, el aspirante a escritor que, como el propio Joyce, trata de dar sentido a su vacío existencial, da una clase de historia clásica que sus alumnos no entienden y luego va a ver al director del colegio, Mr. Daisy. Cuando éste le pregunta si él también cree que los judíos son errantes porque pecaron contra la luz, Stephen responde: "La historia es una pesadilla de la que estoy intentando despertar". Podría decirse que esta conversación resume la traumática relación con la historia tanto de Joyce como de Eliot. Tras ella se intuye la interpretación que hace Nietzsche del mito del eterno retorno. En su concepción arcaica original, la creencia de que el acto divino de creación del cosmos se repite cada año en ciclos estacionales servía para evitar la irreversibilidad de la historia y, por tanto, la futilidad de la vida humana, lo que Milan Kundera llamó en su novela homónima "la insoportable levedad del ser" (1984). Sin embargo, para Nietzsche, la idea de volver a vivir nuestras vidas un número infinito de veces sería "el peso más pesado", ya que nos condenaría a repetir eternamente los mismos errores. Desde su perspectiva, el antisemitismo que expresa Mr. Daisy casi dos décadas antes del Holocausto anuncia que los errores que llevaron a la Primera Guerra Mundial se repetirán en la Segunda y volverán a repetirse sucesivamente sin solución de continuidad.

Eliot y Joyce tratan
de superar la falta de certeza adoptando una perspectiva mítica

En 1989 Francis Fukuyama dijo que el final de la Guerra Fría había traído "el final de la historia", queriendo decir que se había alcanzado un consenso global que evitaría las guerras en el futuro. Sin embargo, el hecho de que a fecha de hoy Rusia continúe desarrollando la guerra fría por medio de estrategias de desinformación e interferencia cibernética diseñadas para desestabilizar las democracias y también guerras calientes como las de Georgia (2008), Crimea (2014) y Ucrania (iniciada el 24 de febrero de 2022), nos obliga a concluir que Nietzsche tenía razón sobre la terrible capacidad de los seres humanos para repetir los mismos errores cíclicamente.

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