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  • EDITORIAL

El curso de la normalidad

Aulas prefabricadas en el colegio Ana María Navales del barrio de Arcosur en Zaragoza, cuyas obras se han adjudicado ya.
Aulas prefabricadas en el colegio Ana María Navales del barrio de Arcosur en Zaragoza, cuyas obras se han adjudicado ya.
Francisco Jiménez

Todo indica que el curso escolar que comenzará el próximo 8 de septiembre, y que llevará a las aulas a algo más de 157.000 niños y niñas, estará libre de la práctica totalidad de las restricciones que tuvieron que implantarse con motivo de la pandemia.

 Puede decirse que será por tanto el curso de la vuelta a la normalidad, después de la gran conmoción que se desató en 2020, algo que sin duda agradecerán todos lo miembros de la comunidad escolar.

No está de más recordar que durante los dos cursos y medio -desde mediados del 2019-2020- en los que la pandemia ha alterado la actividad docente y la vida en las escuelas y colegios aragoneses, el comportamiento de la comunidad escolar ha sido ejemplar, incluyendo a los propios alumnos de todas las edades, que en general se han adaptado perfectamente al uso de la mascarilla y a los diversos procedimientos de seguridad. Pero afortunadamente todas esas restricciones y normas, como los grupos estables de convivencia o las distancias forzadas, que tanto han complicado el trabajo de los docentes y sobre todo de los directores de los centros de enseñanza, van a quedar atrás. Aunque, naturalmente, las personas vulnerables podrán seguir adoptando las precauciones necesarias para evitar un posible contagio y se mantendrán, aunque más reducidos, los ‘equipos covid’ en los centros. El consejero de Educación, Felipe Faci, presentó ayer las cifras del nuevo curso y las mejoras en la red escolar realizadas por su Departamento -más aulas de escolarización temprana, aulas rurales, nuevos ciclos de FP, etc.-, pero el reto estará en mantener el apoyo que precisan los colegios, cubriendo con rapidez las bajas en el profesorado o realizando a tiempo trámites administrativos necesarios para que desarrollen su labor. Y conviene prever anticipadamente la repercusión que los problemas de suministro y coste de la energía pudieran tener en los centros educativos durante la invierno.

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