Por
  • Carmen Magallón

Ahorrar energía

La energía acaba disipándose en calor no aprovechable.
La energía acaba disipándose en calor no aprovechable.
José Miguel Marco

La necesidad de ahorrar energía tiene como fondo un mandato muy claro: hay que vivir de otro modo, hay que producir y consumir de manera diferente. 

Para comprenderlo, tengamos en mente dos realidades científicas profundamente interrelacionadas: una, la amenaza de que el cambio climático siga un curso ascendente, con las consecuencias que ya este verano estamos viviendo: calor extremo, sequía y fuegos multiplicados en los montes; y dos, las leyes que rigen el comportamiento de la energía. Vayamos a estas últimas. Una, el principio de conservación de la energía parece que podría consolarnos pues si ‘la energía ni se crea ni se destruye, únicamente se transforma’ siempre tendremos la misma. ¡Ah!, pero aquí llega el segundo principio de la Termodinámica afirmando que en los procesos de transformación, aumenta la entropía o el desorden, y la energía acaba deteriorando su calidad al convertirse en calor no aprovechable. Al final tenemos menos energía útil. Así, cuando la gasolina se quema en el motor de un coche pasamos de una energía química de alta calidad (material muy ordenado que la Naturaleza tardó siglos en construir), a energía mecánica (movimiento) y finalmente a calor disipado en el aire: calor irrecuperable. Conclusión: usar el coche aumenta el calor ambiental, por el deterioro de la energía y porque también emite el temido CO2 de efecto invernadero. Moderación, pues, y mis excusas: he recordado mis clases de Física y que estaría bien aprobar los exámenes de septiembre.

Carmen Magallón es presidenta de la Fundación SIP y WILPF

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión