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Cartas: Las dificultades para una selectividad justa

Un momento de la última Evau en Zaragoza.
Un momento de la última Evau en Zaragoza.
Guillermo Mestre

Aún no se conoce el formato de la futura selectividad y ya se la caracteriza como ‘epidemia de facilismo’.

 Al margen de cómo sea el nuevo examen, su introducción concretará la enseñanza de la ESO y del bachillerato mucho más que las leyes, porque la enseñanza se adaptará a la prueba, y si en la prueba no hay materias como Sintaxis desaparecerá su docencia, que quizá sea necesario, pero también el rigor con el que se impartirá la Filosofía, o mucho peor, el Inglés. Hay otros cabos que deberán deshilvanarse, como el de la corrección. Aquellas pruebas que en el examen actual no se basan en la reproducción de temas como papagayos, no son fáciles para los alumnos, me referiré al comentario de Lengua, que se pone como ejemplo de inducción del saber y habilidades implícitas de los alumnos. Su corrección es un embrollo para cualquier corrector, y no porque no se tengan criterios, sino porque entre el criterio sugerido por el coordinador universitario y cuanto ha escrito el alumno para ser puntuado caben todas las posibilidades, y con frecuencia para no perjudicar al alumno el corrector acude a la puntuación media, pues una corrección ajustada a los criterios es muy difícil de conseguir, y si se hiciese la nota sería muy inferior, y no hay corrector que hoy se atreva a tal cascabel. Si el nuevo sistema no evita el desorden de la corrección, al que estas pruebas abiertas predisponen, estaremos en las mismas, un examen que no será selectivo sino una especie de lotería, a la que no se llega por décimas, provocando el desánimo, más si se sabe que esas décimas a veces se dan al azar de los centros. Cada día más, ante la dificultad de corregir con justicia, me inclino por que cada centro universitario realice su propia selectividad, aunque tampoco se evitarán las influencias, sobre todo de nombres o de dineros.

Javier Fatás Cebollada ZARAGOZA

Deudas

Al comentar como subtítulo la noticia del descubrimiento del busto de Cajal, sostiene HERALDO (martes, 26 de julio, p. 11) que «Zaragoza salda su deuda con el premio Nobel». Ni de lejos. La Humanidad es heredera de la enorme fortuna que nos legaron Servet, Cajal, Fleming, Pasteur, Platón, Riemann o Einstein y mil más. Jamás se saldará esa deuda. Otra cosa es que dejemos en la ciudad un símbolo físico de nuestro reconocimiento. Eso nos honra, mejora nuestro aprecio colectivo, hace que nos aprecien otros, aplaca nuestra mala conciencia. Pero, ni en broma estamos en paz.

Javier Turrión Berges

ZARAGOZA

Los cuatrocientos euros

La idea de premiar con una tarjeta prepago de 400 euros a los jóvenes que tienen la suerte de cumplir ahora 18 años, ¡quién los pillara!, me parecería hasta bien si no fuese por una de estas tres razones: Primero, es discriminatorio, puestos a incentivar a los jóvenes, debería haberse cogido una franja de edad más amplia, pongamos de los 18 a los 25, pues están estudiando y aún no trabajan, reduciendo la cantidad, pero llegando a más gente. Segundo, es exclusivista en su destino final, es para gastar en cultura: libros, teatro y productos culturales, que tan mal lo han pasado durante la pandemia, pero porque dejamos fuera a otros sectores como la restauración, ocio, comercio de proximidad, etc. Y tercero, es populista y electoralista, pues van a hacer justo lo que critican de otras políticas, se lo van a dar a todos, dando igual la condición socioeconómica de los beneficiarios, café para todos, por el hecho de tener la suerte de haber nacido en 2004, perfecto. Y a lo mejor el momento no es el más adecuado, visto que vamos a entrar en una desaceleración, pero es verdad que si no, no se haría nunca. Por lo tanto, si sirve para revitalizar el mundo de la cultura, del espectáculo y el arte, yo no lo consideraría un gasto sino más bien una inversión, si se hace bien. Pero mi reflexión y dudas debía compartirlas por ser algo tan novedoso y singular.

Luis Solanas Cebolla

Zaragoza

Las cosas pequeñas

Los elefantes tienen miedo a las abejas, y parece increíble, pero es cierto, porque cuando les pican en el interior de la trompa el dolor es insoportable. Solo el zumbido es suficiente para que los elefantes huyan. Así que para alejar a los elefantes de las granjas, por el gran destrozo que hacen, la zoóloga Lucy King ha propuesto una cadena de colmenas a una distancia de 10 m alrededor de un campo, y es eficaz. Las abejas ayudan a polinizar los cultivos y son una fuente de ingresos adicionales para los agricultores que extraen la miel. El daño de una picadura de abeja más de uno lo hemos sufrido. El epígrafe italiano que decoraba la insignia de la Orden de la abeja dice: «Aunque pequeña, hiere grandemente». Sí, las cosas pequeñas son importantes en nuestra vida. Yo, que he trabajado en el ramo de la construcción, entiendo muy bien este pensamiento del santo aragonés Josemaría Escrivá: «¿Has visto cómo levantaron aquel edificio de grandeza imponente? Un ladrillo y otro. Miles. Pero, uno a uno. Y sacos de cemento, uno a uno. Y sillares que suponen poco ante la mole del conjunto. Y trozos de hierro, obreros que trabajan, día a día, las mismas horas. ¿Viste cómo alzaron aquel edificio de grandeza imponente? ¡A fuerza de cosas pequeñas!». Así es la vida, las acciones de las personas son cosas pequeñas y es inmenso el campo, como la vida. Hasta el amor, la cosa grande de la vida, se vive la mayoría de las veces con cosas pequeñas: una sonrisa alegre, un suave beso a la persona amada. Una acción de gracias por ese detalle de servicio que nos ha hecho la mujer, un hijo, un familiar, un amigo…

Teófilo Marco Estella

EL GRADO (HUESCA)

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