Por
  • Luisa Miñana

Tiempo nuestro

El tiempo que de verdad importa no necesita reloj.
El tiempo que de verdad importa no necesita reloj.
Oliver Duch

Cómo me gusta ese tiempo vuestro», escribió hace unos días mi amiga Lamima, comentando un post de Facebook en el que yo contaba cómo mi sobrino Daniel y yo habíamos pasado la tarde escuchando música y cantando. 

Así suele ser ese tiempo que vivimos juntos: efectivamente nuestro, sea cual sea la dedicación que le demos. Es la cualidad del tiempo con Daniel: te centra en lo que hay que hacer y lo que se hace es lo importante. Como a la mayoría, también a mí me cuesta reconocer y seguir mi propio ritmo, contaminado por agendas y horarios de trabajo sin cabeza, multiplicadas obligaciones, etc. Incluso si salvamos un pedazo de tiempo personal, lo adulteramos con actividades y pensamientos tentaculares, no siempre necesarios, devenidos como estamos en seres extravertidos sin remedio ante las demandas incesantes de atención desde el exterior. Ni siquiera este tiempo de verano en el que estamos ha conseguido salvar su antigua piel de tiempo sin reloj, tiempo-vida, ese que seguimos necesitando los humanos.

Personalmente, participar del tiempo de Daniel, organizado en función del ritmo diferente de su vida en discapacidad, me ayuda a rescatarme. Quizás a algunos de ustedes esto que digo les parezca una barbaridad, pues esa vida está llena de limitaciones evidentes, que condicionan también a quienes la comparten. Pero, para mí, la gran cualidad del tiempo nuestro de Daniel es que obliga a filtrar lo pertinente en cada momento. Y en un mundo sin casi criterio para nada, esto es un tesoro.

Luisa Miñana es poeta y narradora

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