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Cartas: El Camino de Santiago en Canfranc Estación

La estación ferroviaria de Canfranc.
La estación ferroviaria de Canfranc.
Verónica Lacasa / HERALDO

La reforma avanza a buen ritmo, están quedando muy bien, tanto la estación como las casas pintadas de diferentes colores. No hacía la temperatura más apropiada, pero algunos habían hecho los cien últimos kilómetros del Camino portugués y les apetecía dar un paseo por un tramo del Camino de Santiago. En 2010, también año santo, estaba recién acondicionado: en las cuestas más empinadas, troncos como travesaños, formando escalera y barandillas nuevas. Ahora está muy bien delimitado el tramo común con la carretera, pintado en rojo el arcén y quitamiedos en el túnel para separar a los caminantes de la circulación. Pero las escaleras de bajar a la presa están fatal, hay que poner cuidado: escalones rotos, tierra en la huella que puede ocasionar algún resbalón y un pedrusco de buen tamaño hacia la mitad. Los troncos han perdido relleno y, más que ayudar, casi hay que ir con ojo para no tropezar, incluso hay algún tramo de barandilla que se mueve. No sé cómo estará lo demás porque sólo llegamos hasta la pequeña cascada. La gente estaba sorprendida de la diferencia que había con el tramo que acababan de hacer en Galicia. En la Edad Media, por la Vía tolosana, pasando por Sarrance, Bedous, el ‘Summus Portus’, Santa Cristina, uno de los mayores hospitales de la Cristiandad, Jaca... era el Camino principal hacia Santiago, tal y como se relata en el ‘Codex Calixtinus’. Hoy se ha quedado como ramal secundario del Camino francés que, oficialmente, empieza en Roncesvalles, como acredita la credencial de los kilómetros recorridos, «por el Camino aragonés y el Camino francés». ¡Si el abate Aymeric levantara la cabeza...! Estaría muy bien que se incluyera el Camino de Santiago en el proyecto de adecuación del entorno.

Juana Mary Lecumberri Romea

ZARAGOZA

¡Y seguimos igual!

Un año más se han ‘negociado’ los cupos de enseñanza secundaria y un año más seguimos estando los últimos de España en cuanto a condiciones laborales; seguimos teniendo 20 horas lectivas, seguimos teniendo unas ratios descompensadas, seguimos teniendo el menor salario de profesores de todas las comunidades, seguimos sin tener la reducción por mayores de 55 años... Y podría seguir, pero no se trata de parecer victimista sino de recuperar las condiciones de trabajo que teníamos antes de la crisis y cuya pérdida se nos aseguró que sería temporal. Parece que así era en el resto de España, que no en Aragón. Es cierto que hay regiones de primera y de segunda… sobre todo a la hora de cuidar a sus empleados. Hay regiones que se preocupan por la educación y otras que consideran otros asuntos más importantes, hay regiones que invierten en el futuro y otras que se quedan en la propaganda. De esta manera la brecha día a día se va ampliando y los aragoneses seguiremos con la percepción de ser ciudadanos de segunda.

Yolanda Comín Loscos

ZARAGOZA

Un preocupante futuro

Estamos en una tormenta perfecta. Lo explicaba en carta que publicó HERALDO el de 20 de noviembre de 2021, donde hacía referencia a los informes de economistas sobre las consecuencias que los aumentos de precios y la falta de materias primas tendrían para nuestro país, agravadas por la deuda pública. El grandioso espectáculo de la cumbre de la OTAN y los problemas derivados de la covid y de la guerra están sirviendo de coartada al Gobierno para intentar anestesiar a los ciudadanos ante el aumento del IPC. El gran problema de España es que llevamos muchos años viviendo por encima de nuestras posibilidades e instalados en el derroche, la irresponsabilidad, la chapuza, la falta de control para reducir el gasto público innecesario y castigando el ahorro, el esfuerzo y a los emprendedores y autónomos. Mientras, el Gobierno sigue gastando alegremente el dinero que nos envía la Unión Europea, pero sin tomar ninguna de las medidas que serían necesarias y que otros países ya han tomado. Y la subida de los tipos de interés nos obligará a pagar mucho más por la deuda. Aunque nada digan nuestros dirigentes, tenemos una negra tormenta sobre nuestra economía que descargará en otoño. Solo el paraguas de la UE puede evitar males mayores a España e Italia. ¡Que no nos lo quiten, por favor!

José Martín Escudero

Zaragoza

Lo que faltaba en las aceras

Primero fueron las bicicletas, les siguieron los patinetes, ahora nos van a meter un juguetito, un robot de reparto. Debe de ser que sueñan cómo fastidiar al personal que camina por las aceras. ¿Se dará cuenta el alcalde de que lo único que falta por las aceras, y mucho más ecológico que en coches o en motos, son patrullas de la Policía Municipal? Sigo recordándole la canción de Serrat, adaptada al caso: Alcalde, deje de joder por las aceras al ciudadano, y trabaje por la seguridad de los viandantes, los más ecológicos, los que caminamos cada día. Pero es como hablar a las piedras. ¿Será que le molestamos los peatones por las aceras? Algún día la ciudad le dedicara lo que tiene bien ganado, el Cabezudo Alcalde, que por cierto tendrá que correr detrás de los niños por la calzada, ya que las aceras estarán ocupadas por sus juguetitos.

Luis Antonio Vallés Gascón

Zaragoza

Citado como testigo

El 20 de julio de 2020 y a través de una cédula de citación, tuve que personarme en el Juzgado de Calamocha como testigo de la parte demandante. El juicio se celebraba a las 10 de la mañana y a unos 400 kilómetros de mi domicilio. A dicho día y hora estaba en las dependencias. Antes de finalizar el juicio se me comunicó que no iba a declarar, que podía marcharme. Para mis gastos de desplazamiento se me indicó que los tenía que reclamar a una dirección electrónica que había en un cartel pegado en la puerta. Me he dirigido en seis ocasiones. En la primera de ellas hice un detalle de los gastos ocasionados, teniendo la convicción de que recibiría instrucciones para la presentación de los oportunos justificantes. ¿Por desconocimiento, mis escritos no se ajustan al protocolo adecuado y aplican eso de que la «ignorancia no te exime del cumplimento de la ley», o sea, en unos casos pagas y en otros no cobras? Durante el regreso, un poco amargo, no dando crédito a la vivencia vivida, me surgió alguna que otra pregunta. ¿Qué hubiese pasado si no me presento a la citación judicial? ¿Qué es eso de «si tiene algo que reclamar»? ¿Cómo se explica que el abogado que solicitó mi presencia ni tan si quiera se dignase en saludarme? ¿Es premeditado? A día de hoy sigo sin respuesta. Aparte de la compensación económica, me duele más por lo que representa esa institución pública.

José A. Luna Galve

BARCELONA

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