No se salva ni Antonio Saura

Mural de Saura en Grancasa, tras la reforma de la fachada del centro comercial.
Mural de Saura en Grancasa, tras la reforma de la fachada del centro comercial, con parte de la obra ocultada en los dos laterales.
Guillermo Mestre

La consideración de la obra de Antonio Saura se mantiene casi 25 años después de su muerte como la de uno de los más grandes del arte español del siglo XX. También su cotización. 

Peor suerte ha tenido el legado que dejó el oscense, que quedó en Ginebra, en Suiza, lejos, en una fundación que atesora un muy valioso conjunto de cuadros, apuntes, textos o fotografías pero que es poco conocida, después de que su hija y su viuda se impusieran en la disputa con los hermanos del pintor, que querían fijar su memoria en la Casa Zavala de Cuenca, la ciudad donde veraneaba y donde falleció el 11 de julio de 1998.

Hubo alguna tentativa de que la colección personal y los archivos quedaran en Aragón. Él, en unas declaraciones en el 95, lo alentaba, condicionándolo a que «hay que hacer aquí algo equivalente al IVAM valenciano». «A partir de ese momento, hablaremos», animaba. Algo factible entonces, cuando se proyectaba un centro de arte contemporáneo en Zaragoza del que Saura hubiera podido ser su principal señuelo, antes de que muchas otras ciudades españolas se lanzaran al mismo propósito, antes del Guggenheim y la espectacularización de la creación plástica.

No prosperaron ni el intento de traer el legado ni el de crear en Aragón un lugar para el arte actual con personalidad, rigor y ambición. Lo que quedó de Antonio Saura en su tierra natal son varias pinturas, algunas magníficas, en colecciones públicas y privadas, y piezas como un mural en la Diputación de Huesca o el cerámico en el centro comercial Grancasa, excepcionales en su producción. Que este último resulte ahora mutilado es alarmante; una muestra más, pero no una cualquiera, del desprecio hacia el arte nacido desde las vanguardias. 

Si no se salva ni un histórico como Saura, el pintor más destacado que ha dado Aragón desde Goya, qué pueden esperar sus sucesores, cómo confiar en que cese la desatención de las administraciones públicas, que llevan más de una década recortando espacios y presupuestos, cómo detener la extinción de las galerías, de qué manera evitar que se destruya más patrimonio de las últimas décadas, incluido el arquitectónico.

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