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  • EDITORIAL

Un incendio que obliga a reflexionar

Un helicóptero interviene en la lucha contra el incendio de Ateca.
Un helicóptero interviene en la lucha contra el incendio de Ateca.
Oliver Duch

El incendio que comenzó el lunes en Ateca es ya, en función de la superficie quemada, uno de los que ha causado mayores daños en Aragón en treinta años.

 La visita ayer del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, vino a subrayar la gravedad de la situación. Se une a los numerosos incendios declarados en otras partes de España en un verano que obligará a replantear la lucha contra el fuego

Como señalaba ayer el presidente del Gobierno aragonés, Javier Lambán, en este momento la prioridad absoluta es evitar la pérdida de vidas humanas. Miles de personas de varias localidades han tenido que ser evacuadas, hay que proporcionarles, como se está haciendo, el apoyo necesario durante el tiempo que permanezcan desplazadas. Y hay que hacer lo posible para proteger los núcleos urbanos, las casas y los medios de vida. Bomberos, agentes de protección de la naturaleza, militares de la UME, personal de otros servicios y voluntarios luchan denodadamente contra un incendio que dista mucho de estar controlado, en un esfuerzo, agotador y arriesgado, que merece reconocimiento y que tiene que contar con una ajustada coordinación.

Las altas temperaturas, la sequedad extrema y el viento han favorecido la propagación de las llamas. Pero no deja de ser paradójico que el origen del fuego esté en los trabajos que realizaba una empresa de repoblación forestal. Y conviene reparar en los datos que muestran que una buena parte de la superficie quemada en los últimos diez años se debe a accidentes provocados por motores y maquinaria. Las normas y los controles habrán de tener en cuenta esta realidad.

Un incendio que ha quemado ya más de catorce mil hectáreas supone un enorme desastre ambiental y económico. Y una dramática destrucción del paisaje cuya regeneración solo se producirá a lo largo de décadas. Para los ciudadanos que viven en esa zona, sobre todo para los desplazados, la experiencia es dramática y es bueno que sientan la solidaridad de todos los aragoneses. Y que tras el incendio se establezcan las ayudas y compensaciones necesarias.

El cambio climático puede hacer que cada vez resulte más difícil detener los incendios forestales. Esa realidad obligará a Aragón y a España a replantear sus estrategias en la lucha contra el fuego. Esto supone, desde luego, reforzar y mejorar los medios de extinción. Pero también definir unas buenas políticas de prevención, que tienen que incluir la limpieza de montes y bosques y la integración de las actividades agrícolas y ganaderas, aprovechando su contribución al cuidado del espacio natural. En ello tendrán que trabajar conjuntamente las distintas administraciones. Se están viviendo horas difíciles para controlar el incendio, pero cuando el fuego se extinga, la lucha contra esta amenaza debe continuar.

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