Por
  • María Pilar Clau

Reír o no reír

Reír o no reír
Reír o no reír
Pixabay

Reír o no reír, esa es la cuestión. 

En una carcajada ahogar los miedos, los quebrantos. Resistir. Poder decir que la vida sigue y no dejarse abatir por las contrariedades.

Luis Alegre posee muchos talentos y uno de ellos es ese tan especial que permite ver el lado más divertido de las cosas. Quizá por eso, por la confianza y el cariño que le tengo o por su firme custodia de cada palabra compartida, en un momento en que hablábamos esta semana de nuestra admiración por Irene Vallejo, le dije que estuvimos sentados a su lado en la entrega de los premios Artes y Letras de HERALDO. Le conté que quería saludarla al terminar la gala, puesto que antes no había tenido ocasión; sin embargo, como era uno de los primeros actos públicos a los que asistía después del accidente y me agobiaba moverme entre multitudes, decidí posponer los saludos y abandonar discretamente el Auditorio antes de que terminara el acto. Mi marido, en su permanente anhelo de complacerme, me sugirió que el momento más propicio para marcharnos pasando inadvertidos sería cuando aplaudieran la penúltima actuación. Dicho y hecho: empezaron a batir palmas y nos levantamos. Cesó la ovación justo cuando me disponía a subir las escaleras: altos y sonoros escalones de madera y botas nuevas (también sonoras) que no manejaba con precisión. Imaginen el estruendo. Yo imaginé todas las cabezas del Auditorio vueltas hacia mí: oídos atónitos, enojados, jocosos… La imaginación vulnera la importancia de la realidad. Llegué a casa riéndome de mi impericia.

La vida no nos da siempre lo que hemos planeado; a veces, nos da justo lo contrario, y entre vivir esos contratiempos con humor o con horror, yo elijo lo primero. Lo inesperado, lo absurdo y lo equivocado contienen un código para apagar la seriedad.

El miedo a la crítica y al rechazo nos disuaden muchas veces de la risa, pero a solas con uno mismo ambos miedos quedan desechados. Y con Luis… con Luis soy yo; con él no importa el ruido que haga al subir las escaleras.

Reír o no reír. Reírse de uno mismo para superar y superarse. El lado cómico de la vida también se halla en la adversidad. Y así… la risa nos hace valientes y los matices que quebrantan nuestro ánimo tuercen su curso, se debilitan y dejan de tener nombre de acción… 

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión