Por
  • José María Alcubierre Puértolas

Trabajar bajo el sol y las estrellas

Trabajar bajo el sol y las estrellas
Trabajar bajo el sol y las estrellas
Heraldo

Durante los últimos días estamos viendo cómo el cambio climático y las altas temperaturas están afectando y condicionando las tareas propias de la recolección del cereal, labor típica en el campo en el mes de junio, no solo en Aragón sino a nivel estatal e incluso mundial.

Vemos también que una guerra ha destruido los sueños de mucha gente inocente, pero asimismo las normas de funcionamiento del mercado tanto en Europa como en el mundo. Ante esta situación, ha surgido la necesidad de cambiar las políticas agrarias en defensa de una agricultura más productiva, donde se van a ampliar planteamientos de abandono en pro de aprovechamientos productivos porque la necesidad de cereales en Europa es importante. Pero no solo en Europa sino también en el mundo. El riesgo de padecer hambruna se va extendiendo por todo el globo y la preocupación de la ONU, por la falta y la escasez de alimentos debido a la invasión rusa en Ucrania, está poniendo en alerta a todos los organismos internacionales.

Y ahora bien, estamos en un proceso donde todos queremos saber o creemos saber de todo. En las tertulias de las televisiones y radios, las mismas personas hablan de volcanes, de la guerra, de fútbol y también del cambio climático. Pero hay una realidad que es incontestable, la producción de alimentos y que la cosecha es en los meses de junio y julio.

Las personas que vivimos y trabajamos bajo el techo del sol y las estrellas somos conscientes de la responsabilidad que surge cuando se activa la alerta roja de peligro de incendios por las altas temperaturas y conocemos el riesgo que conlleva una chispa durante la labor de recolección. También sabemos que las condiciones climáticas son cada vez más duras a pesar de que las máquinas cosechadoras son más eficaces y eficientes. Por eso, tomamos todos los mecanismos de prevención y de extinción.

Multitud de cosechadoras están trabajando en estos momentos en los campos de Aragón y es posible que alguna pueda generar algún problema, pero la profesionalidad de las personas que trabajan en la recolección es absoluta. En primer lugar, porque se juegan una maquinaria que es muy cara, hemos de recordar que una cosechadora puede valer unos 200.000 euros. Segundo, porque la recolección que estamos haciendo es el fruto del trabajo y los gastos que venimos realizando desde el mes de septiembre, y perderla puede dejar a nuestras explotaciones sin subsistencia para los próximos años. Y tercero, porque las agricultoras y los agricultores somos los mayores defensores de nuestro territorio, convivimos con él. Además, es importante recordar que muchas personas también tenemos animales y que en el caso de que se produjera un incendio perdemos la superficie de pasto, con lo cual las pérdidas se multiplican todavía más.

Precisamente, una de las mejores formas de reducir el riesgo de incendios es el mantenimiento de la ganadería extensiva (ovino y vacuno). Sin embargo, muchas veces la actividad de las ganaderas y los ganaderos tropieza con el desconocimiento y la sinrazón de la Administración, que no deja pastorear algunas zonas de monte, como las superficies de interés ecológico, los barbechos… y luego nos pena.

Las tareas de recolección del cereal son imprescindibles para proporcionar alimentos a la sociedad y el agricultor es el primer interesado en evitar los incendios

En estos momentos, las personas que nos dedicamos a la agricultura estamos en el filo de la navaja, buscando el equilibrio entre el cambio climático, la coyuntura de la guerra y alimentar a la sociedad. Todo ello desde una profesionalización total, jugándonos nuestro pan y nuestro futuro, nuestra maquinaria y nuestro lugar de trabajo. Por eso, señalar con el dedo a los agricultores y las agricultoras, que lo único que estamos haciendo es velar por nuestro trabajo, por nuestro futuro y por la alimentación de la sociedad, no es justo. No se debe criminalizar a las personas que están cosechando porque recoger el cereal no es una actividad lúdica, ni una infracción o negligencia, es una actividad esencial.

A las mujeres y los hombres que trabajamos en el campo nos interesa poner todas las medidas posibles para evitar consecuencias peligrosas que puedan afectar a nuestro entorno. Y al resto de la sociedad le corresponde saber de dónde vienen los alimentos para entender nuestro trabajo. Un trabajo que está ante la mirada perpetua del sol y las estrellas, donde la meteorología lo mismo nos da buenas cosechas, con la lluvia y el sol, que nos las quita con las heladas, el granizo o los incendios.

Desde UAGA seguiremos trabajando para que esa profesionalización se vaya incrementando y para que la prevención sea siempre una máxima en nuestro trabajo. Pero también solicitamos a la sociedad comprensión para poder trabajar y que cuando sucede algún problema sepa sin lugar a dudas que los mayores perjudicados somos los que allí vivimos.

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