Por
  • Manuel Pizarro

El profundo legado de Paco Bono

El profundo legado de Paco Bono
El profundo legado de Paco Bono
Heraldo

Decir adiós a Francisco Bono, nuestro buen amigo Paco, es decir adiós a uno de los pilares del Aragón contemporáneo, que ayudó a construir desde las distintas responsabilidades que asumió a lo largo de su vida. 

Unas veces lo hizo desde la primera línea; otras, desde posiciones más discretas. Pero siempre con la misma determinación y actitud: poner su conocimiento al servicio de Aragón y, sobre todo, hacerlo con un talante admirable, siempre conciliador, que mantuvo por muy adverso que fuera el reto. Porque lo suyo era tender puentes y hacer del acuerdo el camino imprescindible hacia la solución.

Tuve la suerte de encontrármelo muy pronto en mi vida. Primero, construyendo la Autonomía de Aragón, en cuyo lanzamiento me cupo el honor de estar como técnico y a la que él se incorporó poco después como consejero de Economía y Hacienda del gobierno preautonómico. Cuando todo estaba por hacer.

Ya conté con su colaboración directa cuando asumí la presidencia de Ibercaja. Si cada tiempo tiene su afán, tener cerca a Paco Bono en tiempos de cambio era contar con un gran aliado, siempre generoso. Lo saben bien los muchos y brillantes alumnos de la facultad de Económicas de la Universidad de Zaragoza que ayudó a fundar, o los compañeros del Colegio de Economistas, que deben a su empeño, en muy buena medida, la trayectoria y dimensión que hoy tiene.

Y lo sabíamos bien en Ibercaja, donde hizo una gran labor acercando a sectores sociales con los que era necesario ir de la mano si queríamos que Aragón impulsara proyectos relevantes y tuviera sitio propio en el conjunto de España. De su mano, el Servicio de Estudios y la Revista de Economía Aragonesa acogieron a los mejores pensadores y estudiosos de nuestra economía, ciencia a la que él ya había contribuido más que notablemente creando las primeras tablas imput-output de Aragón, referencia de decenas de estudios posteriores.

Y cuando hubo un complejo reto en la gestión, como fue impulsar la industria de la nieve, fue Paco quien, pasando de la teoría a la práctica, asumió la presidencia de Aramon. Han pasado veinte años y, cuando ahora vemos lo irrefutable del proyecto, en la hora del adiós a Paco, hay que recordar que Aragón tuvo la suerte de contar con una persona como él para acercar posturas, dar tiempo y conciliar las respuestas. Hoy, nuestra comunidad tiene el mejor dominio esquiable de España y Paco Bono fue un factor determinante.

Y no todos los días fueron fáciles. Pero su sentido del deber pudo más que la comodidad. Lo mismo que cuando, una vez jubilado, fue llamado para ser consejero de Economía, Empleo y Turismo del Gobierno de Luisa Fernanda Rudi, otro momento complejo. Aceptó la tarea en medio de una crisis devastadora, y a ella aportó su siempre fértil sabiduría, su espíritu conciliador y su permanente actitud de hacer lo que se debe.

Francisco Bono ha sido uno de los pilares del Aragón contemporáneo,
que ayudó a construir desde las distintas responsabilidades
que asumió a lo largo de su vida

Del tiempo de las responsabilidades pasamos al de la amistad, que me permitió compartir muchos más momentos. Especiales han sido los que facilitaba la junta de gobierno de la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País y nuestra común admiración por los ilustrados y su fecunda inspiración. Eran conversaciones que nos invitaban a traerlos a la actualidad. También, ocasión de disfrutar de las fructíferas lecturas de Paco, fueran de economía, de literatura o de actualidad, o de su afición por los viajes, de los que siempre traía lecciones aprendidas. Y sobre todo, de su amor por Aragón, santo y seña de su vida, y del que conocía bien sus recursos y potencialidades y sobre las que constantemente ofrecía sus reflexiones… por si eran de utilidad. Sin presión, pero con gran claridad intelectual.

Sin duda, vamos a echar mucho de menos a un hombre como Paco Bono, que se ha ido demasiado pronto para perdernos su talento y su bonhomía. Una gran pérdida para sus amigos y discípulos, y Aragón en su conjunto. Pero, especialmente, para Ana Carmen, su gran compañera de vida, y para sus hijas, Ana e Isabel, y sus nietos, para los que ha sido un gran ejemplo y a las que, desde estas líneas, con mi homenaje y gratitud, acompañamos en su tristeza. A todos nos queda el consuelo de que Paco ha dejado un profundo legado, una huella que crecerá con el tiempo. La del trabajo bien hecho. La de las personas que suman, desde la conciliación, el consenso y la búsqueda del bien común. 

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