No sé si tendremos olimpiadas invernales en Aragón alguna vez. 

Sí que tenemos circo. El habitual circo de dos pistas del presidente Lambán se ha visto superado. En muchas ocasiones, el presidente de Aragón ha tenido un discurso en su tierra y otro cuando tocaba ajustar cuentas con Sánchez. Aquí los elefantes y en Madrid los trapecistas. Aquí los payasos, allí el mago. Pero siempre hay un pez más grande. Nuestros vecinos catalanes juegan al trilero como nadie. Nos enseñan la bolita, pero luego, como siempre, no hay nada. Quieren que les llevemos el botijo en un festival olímpico del que ellos sacarán tajada: inversión, publicidad y discurso. Además, tenemos que estar contentos, agradecidos y no dar mucho la lata. El circo de Sánchez supera, como digo, al de Lambán. Tiene, al menos, cuatro pistas. El mejor espectáculo del mundo. Sin embargo, la pista que más le interesa es la que ocupa el público catalán. Debe tener contentos a sus socios de gobierno y parece ser que así se lo ha hecho saber al presidente del Comité Olímpico Español, Alejandro Blanco, que ejerce de maestro de ceremonias y de comisario político con la sutileza y frialdad del mejor lanzador de cuchillos. Hace bien nuestro presidente en quejarse y en plantear alternativas. Como siempre, se echa de menos un poco de orgullo, llama la atención el olvido sobre Jaca y la poca defensa que se hace de la calidad superior de nuestras pistas de esquí. La unión hace la fuerza. La desunión hace la risa.