No hay paz sin justicia

No hay paz sin justicia
No hay paz sin justicia
Heraldo

Creíamos que las masacres solo existían en los libros de Historia. 

Hoy existen en Ucrania. La novedad es la difusión. Hoy las vemos todos los días en la televisión. Con una gran capacidad calculada para causar impacto en la opinión pública de un acontecimiento bélico que no pensamos que pudiera reproducirse. Y de nuevo las mujeres están siendo utilizadas como arma de guerra. Violar a una mujer es la manera más eficaz de intimidar e instalar el terror en toda una comunidad. Ni siquiera son necesarias las balas. La violencia sexual ha tenido lugar en todos los conflictos armados a lo largo de la historia, si bien el hecho de que se haya hecho visible es muy reciente. Su eficacia como instrumento de terror colectivo e individual, de manera simultánea, explica en parte su presencia en un elevado número de contextos afectados por la violencia armada y política. Más de 400 casos de violaciones han llegado al ‘ombudsman’ de Ucrania desde que comenzó la invasión. Por la propia naturaleza de estos crímenes, serán muchos los que quedarán sin reportar. El modelo se repite pues las violaciones de mujeres ucranias por parte del Ejército ruso obedecen a un intento deliberado de intimidar a la población. Son también un arma pensada para acabar con quienes ven como ‘los otros’. Es el mismo patrón que siguieron las tropas del Ejército Rojo cuando tomaron Berlín. Existen registros de innumerables casos de violaciones cometidas, aun cuando de esto no se habló en los años siguientes al final de la guerra, y, particularmente, es tabú en Rusia hasta la fecha.

Volvemos a ver en la guerra de Ucrania cómo se cometen atrocidades contra la
población civil, incluyendo la violencia sexual contra las mujeres, utilizadas como
arma en el conflicto

No me sorprendió leer cómo la defensora del pueblo ucraniana contaba que los violadores explicaban, a las 25 mujeres y niñas retenidas y brutalmente violentadas en Bucha, que serían violadas "hasta el punto de no querer tener contacto sexual con ningún otro hombre, para evitar que tengan hijos ucranios". Es un claro mensaje de significación patriarcal trasmitido a través del cuerpo de las mujeres. Las violencias contra las mujeres se han entendido tradicionalmente como un asunto privado, no como una cuestión política. Tan solo desde hace unas pocas décadas la violencia sexual se ha considerado jurídicamente un crimen contra la humanidad. Gracias a los avances registrados por diferentes tribunales internacionales, y de manera especial los Tribunales Penales para Ruanda y la ex Yugoslavia, así como gracias al Estatuto de Roma, que creó la Corte Penal Internacional.

Por otra parte, en el año 2008, a propuesta del Gobierno de Estados Unidos se debatió y se aprobó en el Consejo de Seguridad de la ONU la resolución 1.820 sobre la violencia sexual en los conflictos. La aprobación de esta resolución y su discusión en el Consejo de Seguridad sucedieron a un creciente debate social e institucional sobre la necesidad de poner fin a este crimen de guerra, cuya utilización se ha documentado en la práctica totalidad de los conflictos armados actuales. La resolución 1.820 reconoce que la población civil es la principal víctima de los conflictos armados, y las mujeres y las niñas resultan particularmente afectadas por la violencia sexual que puede llegar a ser una táctica de guerra, persistiendo incluso después del cese de las hostilidades.

La resolución señala que la utilización de la violencia sexual puede contribuir a exacerbar los conflictos armados y, por tanto, exige a todas las partes enfrentadas que pongan fin sin dilación a su utilización y que adopten con celeridad medidas para proteger a los civiles, en particular a las mujeres y las niñas.

No habrá paz sin justicia ni justicia sin verdad

Siempre es una tarea ardua preservar a la vez la democracia y las libertades en tiempo de guerra. Es una tarea inmensa, casi imposible. Todo, incluso la democracia, se pone al servicio de la victoria. Corremos el peligro de carecer de humanidad y la falta de esta junto con el simplismo y el naufragio de la complejidad. Por lo que no podemos ni debemos renunciar al universalismo de los derechos. Pero si con la victoria surge la esperanza y la energía para recuperarlo todo, también la democracia sería incompleta sin las armas de la justicia que investigue y castigue los crímenes de guerra, los crímenes contra la humanidad y de genocidio. No hay paz sin justicia, ni justicia sin verdad.

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