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Cartas al director de HERALDO: Normas y restricciones en residencias de ancianos

Pensionistas
Normas y restricciones en residencias de ancianos
Aránzazu Navarro

Normas y restricciones en residencias de ancianos

Tengo a mi madre en una residencia para ancianos en un pueblo de la provincia de Zaragoza. 

Mi hermano y yo llegamos a pensar que sería el lugar adecuado. Con la pandemia todo se ha complicado, y tras las restricciones sufridas, mientras nosotros caminamos hacia una normalidad absoluta, ellos, los ancianos, están a merced de las normas que cada residencia establece, como si de reinos de taifas se tratara. En cada residencia, según decide el responsable de turno. Las normas, naturalmente, no se crean para beneficiar a los ancianos, sino para no adquirir responsabilidades molestas. En los foros donde tan pomposamente se dice: "Tenemos que caminar hacia un modelo individualizado y personalizado de residencias", teniendo empatía y estableciendo modelos de residencia mucho más pequeños, aumentando la ratio de gerocultoras, con una preparación específica... Les diría, por favor, acérquense a la realidad. Y se encontrarán con un modelo obsoleto de residencias. Los ancianos están en su casa, pagan por residir, y tienen unos derechos como personas y residentes. Con la pandemia, se ha hablado constantemente de la ‘vulnerabilidad de los más frágiles’, ¡qué expresión tan manoseada!, cuando realmente los han convertido en personas invisibles, pisoteando día a día sus derechos. ¡Qué pena! Lamentablemente muchos de ellos ni siquiera se pueden defender, porque tienen enfermedades que los incapacitan. Afortunadamente quiero pensar que existen residencias donde esto no sucede. Por favor, no decidan por ellos, no impongan, no prohíban. Repartan cariño, consigan el equilibrio necesario, pregunten, no se acojan al refugio de la norma. No existe mejor norma que el consenso. Nuestros ancianos se merecen algo más, ¿no creen ustedes?

Pilar Baranda. ZARAGOZA

Accesibilidad y responsabilidad cívica

Al inicio de la calle Corona de Aragón hay una señal de tráfico que alerta sobre la presencia de escolares con la palabra ‘sordos’, en alusión al colegio para niños sordos La Purísima. Más allá de las palabras empleadas, quiero poner el acento en la importancia que tiene una señal como esta para recordarnos que entre nosotros hay personas con características particulares que requieren de recursos especiales para poder ejercer con libertad y autonomía sus derechos como ciudadanos. Me refiero a las personas con diversidad funcional. Es un adelanto que podamos alquilar un patinete en una calle y trasladarnos a la otra punta de la ciudad volviendo a dejar el patín en la calle; pero es un paso atrás si las personas que tienen alguna peculiaridad que condiciona sus desplazamientos encuentran estos patines obstaculizando las aceras, los caminos señalizados para personas ciegas o los pasos para peatones. Tenemos tendencia a responsabilizar a cualquier gobierno (o a terceras personas) de las cosas que no funcionan, pero nos olvidamos de la responsabilidad individual que tenemos y que tiene consecuencias sobre los demás. Vivir en una ciudad accesible para todas las personas requiere de inversión, pero sin la responsabilidad de todos, solo la modificación de las infraestructuras no sirve para nada.

Francisco Javier Cánovas Rodríguez. ZARAGOZA

Calviño entre hombres

Nadia Calviño decidió no hacerse una foto con un grupo de empresarios porque todos eran hombres. Y ha decidido también no participar en debates donde solo haya hombres porque hay que tomarse muy en serio los derechos de las mujeres. ¿Qué ocurriría si fuera al revés? ¿Se imagina alguien que un hombre decidiera no hacerse una foto o participar en un debate alegando que es el único hombre en medio de mujeres? Le lloverían las críticas. Soy profesor de Inglés en una Escuela Oficial de Idiomas. Durante gran parte de mi vida he estado rodeado de mujeres: en la universidad, en el claustro, en mi departamento y, a menudo, en mis clases. Porque al mundo de los idiomas acuden muchas más mujeres que hombres. ¿Me tendría que salir de una reunión de departamento o de una de mis clases porque la mayoría son mujeres? ¿Debería exigir paridad? Tengo compañeras y alumnas estupendas. Quiero y me gusta estar con ellas, aunque me encuentre yo solo entre mujeres. Si me siento mal con alguien no es por su género sino por diferencias personales o por la falta de química. Nunca me he sentido discriminado porque hubiera solo mujeres. Si un gobierno, una empresa, un centro escolar, etc., tiene más hombres o más mujeres dirigiendo porque los que se encuentran allí son los más adecuados, ¿qué importa su género? El gesto de Calviño hacia los empresarios ha pretendido ser compensatorio hacia las mujeres, pero en realidad ha sido irrespetuoso y sexista hacia ellos. Nadie iba contra ella ni contra las mujeres. Ella fue la que humilló a los empresarios decidiendo que solo otra mujer posibilitaría una foto. Es como decirles: «Da igual si valéis o no valéis; el hecho de que seáis hombres os invalida. Es necesario que haya una mujer que os blanquee». Calviño puso por encima de todo la ideología de género y sus prejuicios contra los hombres. Fue parecido al vergonzoso encuentro entre el impresentable presidente de Turquía, Erdogan, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. La humilló por ser mujer. En el caso que menciono se les ha humillado por ser hombres.

Luis Ignacio Pérez Navarro. ZARAGOZA

Los derechos del soldado

Hay principios, como el de igualdad, que el Gobierno no respeta cuando se trata de nuestro Ejército. Mucho hablan la ministra de Igualdad o la de Defensa, pero no reconocen a sus funcionarios, en especial a los denominados tropa, como el eje principal del buen funcionamiento del Ejército. Se trata de trabajadores que, cómo no, están sujetos a las leyes de igualdad de nuestra Constitución y no a los caprichos y las mal tomadas decisiones de aquellos superiores que ni empatizan con sus subordinados ni miran por ellos. Sí, vemos a grandes profesionales de tropa conduciendo transportes, especialistas en tanques, en rescate, entrenados para la defensa de nuestras fronteras y nuestra nación, pero nadie se da cuenta de que todavía hacen festivos no pagados, noches no pagadas y, lo que llama la atención, servicios de veinticuatro horas a disposición de un oficial caprichoso que no les permite ni descansar en un sofá. Eso sí, les permiten partirse la noche, en camas de literas, todo ello recompensado con un día, según el mando y siempre sujeto a las necesidades del servicio. Y ni hablar de un sindicato que represente los intereses de estos trabajadores; solo pueden ir al servicio jurídico, donde son atendidos por un oficial. En fin, difícil parece reconocer el articulo 14 de nuestra Constitución.

Enrique Rodríguez Jaén. ZARAGOZA

Las cartas al director no deben exceder de 20 líneas (1.500 caracteres) y han de incluir la identificación completa del autor (nombre, apellidos, DNI, dirección y teléfono). HERALDO se reserva el derecho de extractarlas y publicarlas debidamente firmadas.

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