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  • EDITORIAL

La OTAN prepara la ampliación

Un momento de la reunión de ministros de Asuntos Exteriores de la OTAN en Berlín.
Un momento de la reunión de ministros de Asuntos Exteriores de la OTAN en Berlín.
Clemens Bilan / Efe

La reunión de ministros de Exteriores de la OTAN celebrada en Berlín, aunque informal, comenzó ayer a encauzar el proceso de integración de Finlandia y Suecia en la Alianza.

 A pesar de las reticencias de Turquía, que deberían ser superables, los nuevos socios serán recibidos con los brazos abiertos, pues supondrán un refuerzo político, militar y geoestratégico muy importante frente a una Rusia que ha demostrado su voluntad agresiva.

Durante décadas, y sobre todo durante la Guerra Fría, la neutralidad de Suecia y Finlandia señalaba un camino diferente al de las alianzas militares por el que algunos países podían garantizar su seguridad en medio del conflicto entre las superpotencias. Las peculiaridades de ambas naciones y el equilibrio entre los bloques del este y el oeste lo hicieron factible. Pero el modelo neutral ha quedado seriamente comprometido una vez que Putin ha demostrado que es capaz de invadir a sangre y fuego un país vecino que no representaba un peligro para Rusia. Los ciudadanos y los gobernantes de Finlandia y de Suecia, comprensiblemente, se sienten ahora amenazados y llaman a las puestas de la Alianza Atlántica, único poder que en Europa puede contrarrestar la agresividad de la Rusia de Putin. Y la OTAN, como quedó patente en la reunión de ayer, está decidida a recibirlas acelerando en todo lo posible los procedimientos necesarios, que requieren el consenso de los treinta socios actuales, por lo que habrá que salvar el escollo que plantean los recelos de Turquía. Es razonable que mientras dura el proceso de integración, y ante los intentos de intimidación por parte de Moscú, la Alianza proporcione anticipadamente la protección necesaria. Esta nueva ampliación de la OTAN, que ya está en curso, aumenta la trascendencia que tendrá, a finales de junio, la cumbre aliada que se celebrará en Madrid. Un compromiso político y diplomático que España tiene que preparar con esmero.

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