De la música y de la guerra

Un momento de la actuación de Kalush Orchestra, representantes de Ucrania en Eurovisión.
Un momento de la actuación de Kalush Orchestra, representantes de Ucrania en Eurovisión.
Alessandro di Marco / Efe

Ganó Ucrania el Festival de Eurovisión gracias al voto popular. 

Los jurados profesionales dejaron bien situada su canción, pero fue el apoyo de la gente el que la propulsó a la cima. Vista y oída la actuación de Kalush Orchestra, hay que concluir que su triunfo no tuvo tanto que ver con el gusto musical como con la solidaridad que despierta un país que está siendo bárbaramente atacado por un dictador. Cabe entonces felicitarse por esa reacción de los ciudadanos de Europa. Pero vistas así las cosas, conviene no olvidar lo ocurrido en Turín con la canción de Serbia. Los jurados especializados la dejaron en la parte baja de la tabla, pero el voto popular le dio, como a Ucrania, un impulso decisivo que elevó a Konstrakta hasta el quinto puesto. Si las votaciones telemáticas dieron a los ucranianos más de cuatrocientos puntos, a los serbios les anotaron más de doscientos. Un tanteo que puede tener también más significado político que artístico, puesto que Serbia es lo más parecido a un aliado que tiene Rusia al oeste del Dniéster. Excluida Rusia del festival por la Unión Europea de Radiodiusión, ¿pudo recoger el voto a Serbia una oculta corriente de simpatía hacia los rusos? Hay en Europa una opinión disidente, que no respalda la invasión de Ucrania, pero que tampoco admite sin más las razones de quienes dirigen la OTAN. Es una realidad que no hay que perder de vista. En fin, ojalá que la solidaridad con Ucrania fuese capaz de inducir a un alto el fuego. Pero de eso ya casi ni se habla, como si las partes -y nosotros somos parte- hubieran decidido que lo que toca es seguir con la matanza hasta la victoria final. Ahí estamos.

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