Por
  • Luisa Miñana

Cansada

Cansada
Cansada
Pixabay

En el momento en que empecé esta columna de hoy hubiera debido estar en Canfranc, participando en el Festival Cultural Trans-humancias. 

Pero, tras una dura semana laboral, estaba tan cansada que fui incapaz de afrontar una jornada larga de conducción y posterior vivaz convivencia de intercambio creativo. De hecho, el cansancio ni siquiera me ha dejado avanzar en este breve texto hasta el día siguiente, 1 de mayo, Día del Trabajo, en el que me empleo en cumplir mi compromiso mensual. Como la gran mayoría de (permiso) colegas, no vivo del oficio de escribir, pero respiro mejor gracias a la escritura, y procuro su ejercicio de la forma más profesional que alcanzo.

Hace un tiempo, Jorge Carrión compartió en Twitter que, como escritor autónomo, termina sus fines de semana el domingo al mediodía, pues dedica la tarde a obligados temas administrativos. Añadí a su apreciación que para quienes desempeñamos, además de la escritura, un trabajo poco compatible con ella, los fines de semana ni lo son. Así que, como poetizaba Luis Cernuda allá por 1929, estoy cansada de estar cansada. En esta sociedad del cansancio, que analiza Byung-Chul Han, el imperativo del rendimiento y la autorrealización personal se ha convertido en una trampa destructiva. El nuestro no es uno de los buenos cansancios descritos por Handke. No es gratificante. Insistía Cernuda: "Estar cansado tiene plumas, plumas que desde luego nunca vuelan". Así es: como las de Ícaro, las del cansancio pueden ser plumas letales.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión