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Cartas al director de HERALDO: Las madres y la guerra de Ucrania

Madres ucranianas con niños esperan a ser evacuadas de Kiev, este viernes.
Las madres y la guerra de Ucrania
Roman Pilipey/Efe

Las madres y la guerra de Ucrania

Un día mi mujer, al escuchar cómo su hija se quejaba en versión cotidiana sobre los pequeños, le dijo: "Piensa que eres madre para toda la vida". 

Certera y sabia sentencia. Pienso en las madres de los soldados, en su tristeza y angustias. Saben que fueron a la guerra, obligados, pero no saben si volverán. Tiene que ser un sinvivir lo de esas madres, una horrible pesadilla, porque creo que nadie sufre por otra persona como sufre una madre por un hijo. Tristeza y amargura por la juventud en peligro o muerta en la flor de la vida. Madres huyendo de las bombas con sus hijos, cruzando fronteras. Pienso en las madres de los soldados ucranianos y rusos. Los agredidos defienden su país. Los agresores no tenían necesidad de meterse en el mortal lío de una guerra, si no fuese por trasnochadas razones de un sátrapa. Si la madre de Putin viviera, pena me daría, en caso de estar viendo la catástrofe humana que asola Ucrania por orden de su hijo. Me cuesta creer que la madre de Putin fuera capaz de ver la crueldad de su hijo sin inmutarse. Ni por la patria rusa con la excusa de la supuesta amenaza de la OTAN. No es lo mismo armarse para defenderse por si acaso, que invadir una nación vecina por ambición. Brutalidades como esa las ha sufrido la humanidad en otros tiempos; pero en el siglo XXI no entraba en los planes de la civilización. Mal camino ha elegido Putin. Muy caro lo pagaremos. ¿Lo había pensado bien? ¿Lo había calculado mal y ha metido a Europa en otra guerra? Dios quiera que no sea la tercera mundial. Mide bien tus pasos, Putin. Lo mismo que hace la OTAN, para que el conflicto no termine usando el arsenal nuclear. Resumiendo: creo que Putin no fue un niño malo, solo ocurrió que tuvo malos maestros, Stalin y Hitler. Madres de todo el mundo, ¡uníos contra la guerra de Putin y contra todas las guerras!

Luis Buisán Villacampa. BARCELONA

Disfrutando del Día del Libro

Aunque amenazaba lluvia, no llovió en la mañana del 23 de abril en Zaragoza, Día de Aragón y del Libro. Daba gusto pasear por la plaza de Aragón y el paseo de la Independencia entre puestos repletos de libros y de ciudadanos interesados por la lectura. Una de las mejores cosas era ver a muchos niños pegados a los numerosas mesas con una extensa oferta de literatura infantil. Se notaba que el personal tenía ganas de salir a la calle, de mezclarse con la gente, de comprar libros. La sorpresa la recibí en la plaza de Aragón porque en dos puestos me pidieron por los libros la voluntad a partir de un euro. En alguna ocasión acudo los domingos a la plaza de San Bruno, en donde también se pueden comprar libros por 2 o 3 euros. Decir que los libros son caros es una pobre excusa de aquellos a los que no les gusta leer. Un Día del Libro es uno de los mejores motivos para reunir a la ciudadanía y una de las mejores actividades culturales, aunque no hay que olvidar que las librerías abren todos los días.

Martina Pellejero Cuéllar. ZARAGOZA

La tercera república

Después de casi cincuenta años de recuperada la democracia, creo llegado el momento de perfeccionar nuestra joven democracia construyendo una república, que tiene ventajas respecto a la monarquía: en primer lugar, podríamos elegir al jefe del Estado. Por otra parte, los Presupuestos del Estado solo asignan dinero al presidente de la república, no a su familia, como en el caso de la monarquía. Además, ningún ser humano es inviolable, por lo que este viejo privilegio real recuerda a las antiguas monarquías absolutistas. Tras el fracaso de las dos Repúblicas anteriores, nuestra actual y ya larga democracia, nos da esperanzas de que, ahora sí, a la III República irá la vencida. La estabilidad de un régimen no la dan las instituciones, sino la madurez política del pueblo, ampliamente demostrada por los españoles. España, mañana, será republicana.

Miguel Bretón Vallejo. ZARAGOZA

La subasta del individuo

Pese a ser una sociedad que basa su estilo de vida en el disfrute, estamos condicionados a parecer quienes nos obligan a ser. En constantes circunstancias me planteo si el hecho de que tome cierta decisión está condicionado por mi conciencia propia o la conciencia colectiva. Y muchos de esos momentos se han decantado por la elección más comercial, aquella que la sociedad nos escoge. Esta es la situación a la que nos enfrentamos todos diariamente. No obstante, los estudiantes de bachillerato la viven bajo la presión de que su futuro cae en manos de la respuesta que den a la pregunta: ¿qué estudios debo hacer? Lo apolíneo moldea nuestra mente de forma que nuestras vidas sean decididas por lo lógicamente correcto, suponiendo que aquello que la sociedad de hoy en día ve como opción viable es lo acertado. Se deja aparte a la otra mitad que nos conforma, lo que permite que nuestra persona sea distinta al resto, aquello que hace que no nos convirtamos en robots: nuestra emociones, deseos, apetencias y desagrados, nuestros malestares, etc. Es decir, lo dionisiaco, aquello que nos hace seres individuales. Porque pese a vivir en sociedad, somos individuos que viven y mueren solos y somos quienes damos sentido a nuestro existir, no la sociedad y su tóxica necesidad de sobrevivir eternamente.

Sofía Priego Yagüe. ZARAGOZA

Atrapados por la deuda

Si en vez de pensar en uno mismo pensásemos, unos minutos al día, en los demás, podríamos cambiar muchos de los males que tanto nos preocupan. Así como en una familia los padres son los causantes del bienestar o malestar de sus hijos, por lo menos mientras vivan en sus casas, el Gobierno tiene la obligación de mantener las cuentas públicas con una deuda asumible para que los ciudadanos no sufran la mala administración de los impuestos que pagan. La deuda de un país es como la deuda de las familias, pero a lo grande. Vivir por encima de sus posibilidades para aparentar lo que no son o entrampar a la sociedad que gobiernan para, mediante el espejismo del todo vale, endeudarnos hasta las cejas es un despilfarro. Un estudio del cómo estamos y a dónde queremos llegar –respetándolo y pidiendo perdón– nos permitiría empezar a recuperar un poco de la gran confianza que hemos perdido en nuestra clase política. Por supuesto, y ante la necesidad de ahorrar para poder pagar, se debería suprimir todo el gasto innecesario y prescindible que los últimos años se ha apropiado de las cuentas de nuestro gobierno. Es difícil, pero aun a costa de perder apoyos, por supuesto malos apoyos para la mayoría de nosotros, iríamos recuperando y amortizando algunas de nuestras deudas para que no sigamos siendo para Europa los tramposos del sur.

Adela Laborda Gavalda. ZARAGOZA

Las cartas al director no deben exceder de 20 líneas (1.500 caracteres) y han de incluir la identificación completa del autor (nombre, apellidos, DNI, dirección y teléfono). HERALDO se reserva el derecho de extractarlas y publicarlas debidamente firmadas.

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