Por
  • José María Serrano Sanz

Progreso económico, aumento de la productividad y más empleo

Progreso económico, aumento de la productividad y más empleo
Progreso económico, aumento de la productividad y más empleo
Heraldo

La memoria selectiva cuando recordamos el pasado y cierta prevención ante el futuro desconocido explican que a menudo pensemos que "cualquiera tiempo pasado fue mejor", como dijera el poeta. 

En economía esto no acostumbra a pasar. Tal vez ahora no lo recordemos, pero no era fácil la situación de la economía aragonesa en el año 1982, cuando se aprobó el Estatuto de Autonomía. Se vivía en plena crisis industrial, la secuela de la segunda crisis del petróleo y, dada nuestra especialización productiva, los problemas empresariales eran serios y el paro aumentaba sin dar tregua; hasta 1985 no cambiaría la tendencia.

Era aquella una economía sobre la que pesaban muchas incertidumbres: ¿Se podría reconvertir la industria, el sector sobre el que se había apoyado el crecimiento de Aragón? ¿Tenía futuro la agricultura –el otro sector fuerte– que venía perdiendo población desde hacía tres decenios? ¿Ingresaría, por fin, España en las Comunidades europeas y, si era así, cuál sería el resultado para la economía aragonesa? ¿Tendría algún efecto positivo la autonomía recién adquirida para la economía aragonesa?

Cuarenta años después el balance de lo ocurrido es inequívocamente positivo, pero nadie habría podido predecir los caminos por los que iba a discurrir. La síntesis de ese recorrido es fácil: la renta por habitante de los aragoneses se ha multiplicado por tres a precios constantes y el número de personas que trabajan ha crecido un 50%. El progreso se ha debido sobre todo al aumento de la productividad y el crecimiento de la ocupación ha sido posible por la masiva incorporación de mano de obra femenina al mercado de trabajo y la posterior llegada de inmigrantes. La estructura productiva aragonesa también ha cambiado de forma notable, a favor de los servicios y en detrimento de agricultura e industria.

Esa es la esencia del cambio económico, aunque otras cosas que han ocurrido resultan mucho más llamativas. No solo estamos en Europa, sino que esta ha dado pasos firmes hacia una mayor integración y se compone ahora de 27 países, con la mayoría de los cuales, además, compartimos moneda. La globalización es una realidad a la que se han adaptado la economía y la sociedad aragonesas; han recibido sus beneficios y sufrido sus consecuencias, como la crisis de la pandemia. Las instituciones autonómicas no son marginales como en 1982, sino que tienen una presencia indudable en la vida aragonesa.

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