Domingo de Resurrección en Zaragoza. Procesión de la Real Hermandad del Cristo Resucitado y Santa María de la Esperanza y del Consuelo. El Encuentro Glorioso.
Luz de Pascua
José Miguel Marco

De pequeña me ponía nerviosa. 

El relato de la Pasión no es un cuento para niños –después he descubierto que tampoco Caperucita roja, Hansel y Gretel y otros–. Relacionaba la flor de la pasionaria con las espinas, y me ponía triste. Una niña harto fantasiosa y solitaria.

Después, al integrarme en la parroquia, al proceso no se le llamaba todavía inclusión, me fui haciendo adicta a las pascuas juveniles. Pasé por varias, del Monasterio de La Oliva al Santuario de Misericordia. Mis compañeros de camino lo recordarán. Y de aquellas plácidas experiencias saldría posteriormente mi libro ‘En luna llena’: "Se prendiera / el corazón hirsuto de unos leños / y el aire, de repente, se hizo llama, / silencio en las miradas, brisa lenta, / reposo allá en el centro de los árboles".

Iríamos creciendo, no queda otra. A mi padre y luego a mi pareja de siempre le han gustado las procesiones, tan arraigadas a esta tierra de cierzo y de contrastes. Más allá del ruido estruendoso de los tambores, que emocionan y conmueven, el Señor Atado a la Columna, la Oración en el Huerto, la Verónica, Nuestro Padre Jesús de la Agonía, las Lágrimas de Nuestra Señora parecen mirarme a los ojos y transmitirme un mensaje bellísimo.

Este año, al contemplar al Nazareno, a María, en su camino de vida y muerte, o viceversa, lo que siento es ternura, conmiseración, misericordia. Y una tristeza incontenible. En su escultura humana veo reflejados a tantos pequeños y mujeres que sufren violencia, a miles de inmigrantes sin destino, familias sin empleo, al enfermo, al anciano, al moribundo. Y mucho más, a los niños soldados, a todos los civiles masacrados, a esposas y madres que huyen a un refugio que puede ser un túnel o una trampa, sus matrices vaciadas para siempre.

La escuché y casi me hace llorar: "Mamá, esta carta es mi regalo para ti por el día de la mujer. Gracias por los mejores 9 años de mi vida. (…) Te deseo buena suerte en el cielo, espero que vayas al paraíso. Intentaré portarme bien para ir al paraíso también. Muchos besos".

Su Luz traspasa rocas, ruinas, fosas comunes. Esta mañana, Cristo Resucitado se encuentra con Nuestra Señora de la Esperanza. Es nuestro destino.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión