La inflación es la prioridad
Un mes de guerra en Ucrania se ha cobrado un alto precio en España en términos de inflación.
El INE ha confirmado el dato adelantado del mes de marzo: los precios subieron nada menos que un 9,8% interanual, la tasa más alta desde mayo de 1985, provocada por el encarecimiento de la electricidad, los combustibles y los alimentos. El IPC sobrepasó la barrera del 10% en nueve comunidades, con Aragón en tercera posición, con el 10,7%. Esta coyuntura obliga a que la lucha contra la inflación se convierta en prioridad de los gobernantes, de los agentes sociales y de toda la ciudadanía. Como ha propuesto el Banco de España, es necesario un pacto de rentas que evite precipitarse en que los salarios y las pensiones recuperen lo perdido de forma inmediata porque eso realimentaría la espiral de aumentos y sería a la larga contraproducente para todos.
La inflación es el enemigo público número uno de la economía. Actúa como un impuesto que detrae poder adquisitivo a los ciudadanos, reduce competitividad a las empresas y rebaja la rentabilidad de los ahorros. En estos momentos, amenaza frontalmente la incipiente recuperación tras las siete olas de la pandemia. La cuestión ahora es cómo controlar los precios. Dependerá mucho de la evolución de la invasión rusa de Ucrania y de las sanciones de Occidente contra Moscú, por lo que afecta a la factura del gas y el petróleo. No obstante, también es fundamental que el Banco Central Europeo (BCE), a pesar de lo que establecen sus propios estatutos y la ortodoxia monetaria, no aumente los tipos de interés para doblegar la inflación por la vía de penalizar el consumo, la inversión y la actividad. Hay que evitar que la zona euro caiga en la estanflación, la temida suma de estancamiento más inflación. El crecimiento aún es robusto, pero está sometido a múltiples amenazas y necesita liquidez.
