Adjunto a la Dirección de HERALDO DE ARAGÓN

Crimen y castigo

El cadáver de un civil maniatado, en una calle de Bucha (Ucrania).
Crimen y castigo
ZOHRA BENSEMRA/EFE

Putin y sus tropas están dejando un rastro de cadáveres con las manos atadas a la espalda, ancianos abatidos en la calle y civiles muertos junto a sus bicicletas o su bolsa de la compra. 

La Corte Penal Internacional (CPI) inició hace ya varias semanas una investigación sobre las acciones en Ucrania a petición de decenas de países. No obstante, algunos expertos han destacado las dificultades de utilizar el derecho internacional para condenar al dictador ruso. Los antecedentes demuestran que será difícil detenerlo y ponerlo ante un juez. La CPI solo ha lanzado órdenes de arresto contra tres jefes de Estado en ejercicio o recientemente destituidos, y ninguno de ellos ha sido juzgado. Además, es complicado imputarles delitos cometidos por sus fuerzas armadas sobre el terreno.

Todas estas trabas alimentan el viejo tópico de que el Derecho Internacional no sirve para nada. Sin embargo, ocurre al revés: la vulnerabilidad que Europa siente hoy ante Putin sería aún mayor de no existir este conjunto de normas elaboradas durante siglos tras sufrir guerras devastadoras. Aunque es cierto que a lo largo de la Historia estas leyes han sido violadas, eso no les quita valor del mismo modo que la comisión de delitos no resta validez al Código Penal. Por eso hay que poner todos los medios para que la comunidad civilizada de naciones persiga judicialmente al agresor ruso. Es una respuesta ejemplarizante para evitar que la impunidad de sus brutales asesinatos sea interpretada como una invitación a su repetición. Los crímenes deben tener su castigo. 

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