El lento avance del Canfranero
El Gobierno acaba de autorizar en el Consejo de Ministros de esta semana la contratación de la modernización de la línea ferroviaria que une Huesca y Canfranc por un montante nada despreciable de 37 millones de euros.
Es un pasito más para la mejora de una línea estratégica como esta. La adjudicación de las obras se demorará no obstante por lo menos nueve meses y la ejecución se prolongará otros diez, según los plazos inicialmente previstos.
El proceso administrativo de una inversión tan importante avanza, pues, a la cansina velocidad habitual a la que nos tiene acostumbrado el propio Canfranero, que tarda casi tres horas (dos horas y cuarenta minutos) en cubrir los 80 kilómetros del trayecto de referencia. Con escasos dos trenes de ida y otros tantos de vuelta al día a una media de 30 kilómetros por hora en cada trayecto, no podemos esperar que de momento se pueda insuflar a esta línea la vida que ya tuvo si no se interviene de manera decidida en la renovación de sus elementos.
Precisamente el pasado domingo se cumplieron 52 años del descarrilamiento de un tren en el puente de L’Estanguet, en la vertiente francesa de los Pirineos, un accidente que motivó el cierre del túnel de Canfranc. El fin de esta conexión internacional marcó la decadencia de una línea histórica. Hace 37 años, el viaje entre Zaragoza y Canfranc duraba una hora menos y Renfe ofrecía el doble de servicios diarios. Desde entonces, también el deterioro ha hecho mella en todas sus infraestructuras. Un ejemplo evidente es la estación de Jaca, un edificio fantasma solo animado por el molesto ruido y las vibraciones que cuatro veces al día propagan por el entorno los motores diésel. Las vetustas máquinas que cubren el servicio zumban incesantemente en sus interminables paradas.
Así que bienvenido este nuevo trámite administrativo. Si se cumplen los plazos, como pronto a finales del año que viene podremos disponer de una línea actualizada a los estándares de hace cuarenta años. Todo un logro.
