Europa envía armas, ayuda humanitaria y económica a Ucrania. Pero no la admite como miembro de la UE por ahora.

Europa se suma públicamente al estrangulamiento económico de Rusia pero le paga 260 millones de euros diarios por el gas. Tampoco considera la exclusión del espacio aéreo ucraniano: "No pidamos peras al olmo", espetó Borrell. No es de extrañar que Zelenski pida "soluciones reales" a sus socios internacionales.

Ahora nos parece imposible que la UE pueda reanudar una relación con Putin. Pero me acuerdo de Bashar Al Assad, en Siria. La UE también le sancionó. Fuerzas gubernamentales sirias y rusas llevaron a cabo ataques contra civiles, hospitales y escuelas que causaron un millón de desplazados. Y ahí sigue Al Assad, con las manos manchadas de sangre y aferrado a unas elecciones fraudulentas.

Hace unos días Nicolás Maduro se reunió con emisarios de Estados Unidos, Biden necesita petróleo. Maduro, a quien Putin apoya y que también colecciona sanciones internacionales, se lo va a vender.

Alexandr Lukashenko, presidente de Bielorrusia (por donde pasan los conductos del gas ruso), arrastra la prohibición de viajar a territorio de la UE, Reino Unido y Canadá, así como la congelación de sus activos. La causa: elecciones fraudulentas y una represión brutal sobre la población. El opositor Roman Protasevich, secuestrado por el régimen bielorruso en un avión que fue desviado, sigue preso.

Cuando Zelenski tenga un momento para analizar el panorama igual se rinde.