Mirar solo hacia arriba

Mirar solo hacia arriba
Mirar solo hacia arriba
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Reconozco que una y otra vez escribo de cosas parecidas. 

Mi empeño es motivar cambios en los comportamientos sociales; mientras dudo si es posible. Me pregunto hacia dónde mirar para enterarme qué hace que vivamos. Me digo si será la inercia; una vez que la sociedad se pone en marcha no hay quien la pare, como los movimientos de la Tierra. Voy por la calle y observo a la gente para que me dé claves, pero pasan muy rápido. Poco veo que me asegure algo. Quizás se deba a que la vista nos engaña, y el cerebro le sigue la corriente. Leo los periódicos, escucho informativos y tertulias. Practico la terapia de mirarme en el espejo antes de salir de casa y preguntarle a quien observo. Pero el pensamiento sobre la imagen puede esconder una traición, como le pasó a la bruja aquella de Blancanieves, o un error de cálculo, como le sucedió a Narciso; casi nunca la belleza o la complacencia nos hacen libres, aunque animan algo.

En general, las personas miramos hacia el cielo para que nos ilumine, en muchas creencias religiosas allí se encuentra la residencia ideal. Pero la maniobra no siempre funciona. Demasiadas luces cruzadas en reflejos de ese aire que está lleno de partículas que se mueven según el momento y los tiempos meteorológicos. Incluso el cielo azul no es otra cosa que multirreflejos hasta donde la atmósfera lo permite. Eso de día, de noche aparecen los ocultos. Si acudimos a mirar con detenimiento los cielos de los pintores tampoco nos liberamos de las dudas. Claro, expresaron su pensamiento no el nuestro.

No hace mucho tiempo se vertieron comentarios diversos sobre la película ‘No mires arriba’, protagonizada entre otros por Meryl Streep y Leonardo DiCaprio, dos ejercientes en la lucha por el clima. Por ella pasan activistas y negacionistas sobre las consecuencias del impacto de un cometa en nuestro planeta. Al decir de los primeros acabaría con la vida mientras que los segundos, entre ellos una presidenta de Estados Unidos tipo Trump, piensan más en el enriquecimiento que aportaría en materias escasas en la Tierra, previo fraccionamiento en el aire con un impacto multibalístico. Parodia o metáfora, sátira o alegoría de la sociedad americana; con aciertos y fallos al decir de los expertos en cine. Sin embargo, el mensaje de la confrontación y las falsas noticias ambientales –no mirar para no ver– queda bien reflejado. Que el cielo cayese encima ya preocupaba al jefe de la aldea gala de Astérix y Obélix, pero siempre se consolaba diciendo que eso sería mañana.

Para hacer frente a la crisis climática no debemos perder de vista
la necesidad de convencer y de movilizar a nuestros conciudadanos

Las personas incrédulas con la suertuda visión del jefe galo no hacen sino observar y escuchar lo que aporta su entorno. Los medios de comunicación y las redes sociales son todo un laberinto de espejos más o menos complacientes y criticables, donde conviven ecologistas y mensajes negacionistas. Tal lío llevamos quienes estudiamos las crisis ambientales que ya dudamos si no tendrán razón nuestros compañeros de travesía que no sufren estas preocupaciones; acaso ni se miran ni se ven. Hasta en cada familia o territorio concreto se dan imágenes diversas, quereres ocultos tras las razones para hacer o decir una cosa u otra. La gente activa en la defensa de lo global intenta componer su autorretrato interior para ubicarse en el espacio y el tiempo. La imagen percibida es más o menos complaciente con las crisis climáticas o sociales en las que vivimos. A veces todo se queda en una instantánea, fugaz y sin terminar de delimitar sus contornos. O el cansancio mental impide ver. O se abandona el intento para no caer en la ecoansiedad.

En este mundo de tantos ajenos a lo global, todos formamos parte de la sociedad ecodependiente, interdependiente. Algunos miran hacia abajo, como si por su mente pasasen la sumisión, pena, tristeza; como si el cerebro se viese desbordado por las emociones. Pero eso, que puede zozobrar lo interior, no ayuda a convenir esfuerzos con los demás. Tampoco miremos solo hacia arriba. Mejor confrontemos visiones con otros que tenemos cerca. "Para ver claro basta con cambiar la dirección de la mirada" decía Antoine de Saint-Exupéry en ‘El principito’. Tampoco pensemos como el jefe galo. Mañana puede ser pronto, pero también menos catastrófico si nos ponemos a evitarlo. Si llega no caerá del cielo; será en buena parte cosa nuestra, de quienes creen que mandan en el planeta.

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