IDA y Vox

Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid.
Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid.
Javier Lizón/EFE

Leyendo como lo haría una alumna de bachillerato que no aspira a buena nota, afirmó que "no puede haber nada más grave que acusar a alguien de la propia casa, con responsabilidades de gobierno, de corrupción". 

Siendo mejorable la sintaxis, mucho peor es la calidad del argumento, que no mejoró al añadir la coletilla narcisista de que "nunca pude imaginar que la dirección de mi partido iba a actuar de un modo tan cruel contra mí". Da la impresión de que a esta señora le cabe imaginar a sus conmilitones siendo crueles con todo el mundo, menos con ella.

Torpe en la gestión, metepatas e investigada por nepotismo, Isabel Díaz Ayuso, con todo, subyuga. Se habla del influjo de Miguel Ángel Rodríguez, pero en realidad es este quien recibe el magnetismo del imán natural de aquella. Tras haber desaprovechado a Soraya Sáenz de Santamaría, la derecha española por fin tiene un potente icono femenino, bendecido, además, por Fernando Savater y otros sacerdotes laicos que en otros tiempos fueron la conciencia de la izquierda española. Si Manuel Vázquez Montalbán o Eduardo Haro Tecglen levantaran la cabeza...

Está por ver que unas irregularidades en la contratación pública no vayan más allá, neutralizando la atracción de Díaz Ayuso sobre esa gran parte del electorado que la tiene por la única líder capaz de ponerle un techo asumible a Vox y de conservar la primacía de la derecha europeísta, feminista y civilizada. Y también está por ver si dicha derecha sabrá ser lo bastante prestidigitadora o trilera, como para dar el cambiazo que convierta a su mejor baza en candidata a todo.

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