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El refugio antiaéreo

Situation in Ukraine after beginning of Russian attack
Madres con sus hijos, en el metro de Kiev, usado como refugio antiaéreo desde este jueves tras el ataque de Rusia a Ucrania. 
EFE

Era todavía una niña, apenas tenía 14 años, cuando el estallido de la Guerra Civil la sorprendió en Madrid. Sobrevivió para relatar el horror y las penurias que sufrió en aquel infierno en el que vio por primera vez un cadáver en la cuneta de una calle próxima a Moncloa.

Contaba que uno de los muchos amaneceres en los que las sirenas instaban a correr a los refugios antiaéreos saltó disparada de la cama a protegerse, como decenas de vecinos, ataviada apenas con el pijama y la bata. De camino a las entrañas del subsuelo, paró en seco y se sentó en un escalón para atarse los cordones de un zapato, mientras se oían cada vez más próximas las bombas atronadoras. Su hermana mayor le gritaba: "¡Corre, Luz, que nos matan!". "¡No me va a matar una bomba y voy a morir descalabrada!", respondió mientras se ponía en pie y echaba de nuevo a correr escaleras abajo.

Hace ahora 41 años, el 23 de febrero de 1981, en la fatídica noche de los transistores del intento del golpe de Estado, aquella mujer volvió a recordar con terror los refugios antiaéreos, los bombardeos, los muertos y las cartillas de racionamiento. Se imaginó a su único hijo varón, que acababa de llegar de la mili, movilizado para servir a la patria en otra cruenta guerra. Por eso valoraba tanto la conciliación que supuso la Transición, la capacidad de alcanzar acuerdos entre diferentes y dejar de lado las armas.

No ha vivido para comprobar que los conflictos bélicos de antaño no han servido para evitar que otra guerra de dimensiones y consecuencias impredecibles estalle en Europa, ni que madres y niños vuelvan a tener que usar los refugios antiaéreos en pleno siglo XXI.   

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