Por
  • Octavio Gómez Milián

Electrón libre

Electrón libre
Electrón libre
Pixabay

Estos días se hace más palpable todavía la distancia entre los políticos y sus votantes.

Líderes con el traje del emperador y algún anciano que todavía sigue buscando al Partido Comunista en el entierro del poeta. ¿Cuántos de tus temas te hubieran dejado cantar, querido camarada? Más separación en la sobredimensionada gala de los Goyas del ‘Sí a la guerra’. Porque callar es conceder. Me pongo al Dylan eléctrico de los setenta para escribir y pienso que sus proclamas populistas de viejo enfurruñado en realidad me animan a ser provocador. Leopoldo Calvo-Sotelo habló de democracia vigilada y de democracia vigilante. De la primera la responsabilidad es del pueblo y de la otra, los mismos políticos. Hoy el hombre vigilante es un hombre vigilado y al revés. En este caso una mujer, Isabel. Me gusta Díaz Ayuso, ha demostrado que la derecha solo puede ser ultra o morirse de gusto si consigue que la imite Joaquín Reyes. ¿Qué queda para el resto? Pagar el diésel a precio de paladio el mismo día que el centro centrado quiere llevar, pandereta mediante, la eliminación de un combo de nacionalistas gallegas en Eurovisión al Congreso. Octavio, hay un poco de verdad en tu populismo. Y bastante ETA en el Gobierno de Sánchez. Vivimos en una democracia planificada que fabrica axiomas ridículos y cuando la historia se repite por segunda vez ya no es historia, es una mentira. Soy como uno de esos electrones libres que acaban golpeando átomos neutros y los convierten en iones inestables.

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