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  • Editorial

Guerra fratricida entre Casado y Ayuso

Isabel Díaz Ayuso y Pablo Casado.
Isabel Díaz Ayuso y Pablo Casado.
Heraldo.es

La presidenta de la Comunidad de Madrid ha roto todos los puentes con el líder nacional del PP al acusarle de ser el inductor del ataque por el que «sin pruebas» ha arrojado sospechas de corrupción contra ella y su familia. Génova ha respondido abriéndole un expediente, que podría derivar en su expulsión, por sus «acusaciones gravísimas, casi delictivas» contra la cúpula del partido. Con el telón de fondo de la lucha por el liderazgo del PP-Madrid y del fracaso de la estrategia popular en Castilla y León, donde ha cambiado un aliado cómodo (Ciudadanos) por un competidor con el que se tiene que entender (Vox), este choque frontal sume al PP en una crisis de máxima gravedad. Por el bien del propio partido y de sus miles de militantes, por la estabilidad de las instituciones en las que gobierna y por la consistencia del escenario político español, donde es pieza clave desde la Transición, la formación conservadora debe aclarar con rapidez todo lo ocurrido y depurar responsabilidades. 

El divorcio entre Isabel Díaz Ayuso y Pablo Casado se ha consumado después de muchos meses de tiras y aflojas. Y no lo ha hecho con un acuerdo sino con un enfrentamiento frontal rodeado de elementos propios de un gran escándalo: supuestos espionajes, comisiones, tratos de favor, corrupción, amenazas… Todo aderezado con la falta de criterio del secretario general, Teodoro García Egea. Génova y la Puerta del Sol exceden así todos los límites de la discrepancia orgánica para incurrir abiertamente en actitudes impropias, e incluso delictivas, con tal de dañar a un rival interno.

Con el paso del tiempo, Ayuso se ha ido convirtiendo en una alternativa a Casado. Es la que ha conseguido los resultados electorales más contundentes, la que prefieren los seguidores populares allí adonde va y la que ha puesto en evidencia el fracaso estratégico de Génova en las elecciones de Castilla y León, convocadas precisamente para minimizar su éxito en las urnas madrileñas. Pero esta es una dinámica interna que no tenía que haber generado una guerra de consecuencias imprevisibles. La dirección se ha disparado al pie al no haber gestionado las discrepancias en los órganos del partido. El resultado es que unas inaceptables maniobras orquestadas en la oscuridad amenazan ahora no ya con cercenar el futuro político de Ayuso y el liderazgo de Casado, sino también con un incierto reajuste del espacio de la derecha.

El país necesita contar con una derecha moderada, europeísta y moderna, propia de las naciones más avanzadas. Es responsabilidad del PP contar con la dirección apropiada para cumplir este objetivo que el sistema político le asigna como uno de los pilares de la democracia española.

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