Iglesias y Rivera, ‘!pa qué tanto!’

Iglesias y Rivera, en un acto previo a las últimas elecciones.
Iglesias y Rivera, ‘!pa qué tanto!’
Efe

La misma semana que Albert Rivera sale de malas maneras del bufete que le contrató, Pablo Iglesias e Irene Montero han ido al juzgado contra un periodista por escrache a sus hijos.

Una enésima vuelta de la espiral vital de estos líderes políticos que, en vez de confundir a su mujer con un sombrero, como en el maravilloso ensayo de Oliver Sacks, confundieron su ser con el todo. Ellos, que creyeron que con su sola presencia y liderazgo iba a cambiar la deteriorada vida política española, cuando echen la vista atrás, si son honrados consigo mismos, concluirán que lo suyo quedará en la carpeta de las grandes ocasiones perdidas.

La de Albert Rivera, de haber formado parte de un gobierno centrado, en el que se reconoce y se siente cómoda una inmensa mayoría de españoles, que nos habría ahorrado unos cuantos espectáculos vergonzantes, incluida su fulminante y ominosa salida de un bufete; sólo faltaba la sarta de descalificaciones con que zanjan la relación para que los ciudadanos que confiaron en él se sientan nuevamente defraudados.

En el caso de Pablo Iglesias, su contribución a la regeneración de la política es para nota. Aún asombran sus prácticas de agitación incluso desde el Consejo de Ministros. Y que, lo que en los demás es anatema, cuando se trata de él y los suyos, sea legítimo. El escrache que ahora ha sufrido su familia -condenable por supuesto, y más con niños de por medio- y por el que ahora se ha celebrado juicio, lo importó Podemos y él mismo sostenía que eran “el jarabe democrático de los de abajo”. Del ‘no nos representan’ y la exigencia de una democracia íntegra, a negar, por ejemplo, que los diputados de UPN puedan votar en conciencia, cuando sólo hay que asomarse a Navarra para saber cómo piensa el votante UPN, un partido históricamente coaligado con el PP. O de la toma de decisiones en asamblea, al control de la misma y el cierre de filas.

Creyeron que con su sola presencia y liderazgo iban a cambiar la deteriorada vida política española

Los dos, a los que aún recordamos en la mesa de un bar de barrio junto a Jordi Évole como exponentes de la necesaria regeneración política española, han salido por la puerta de atrás y dejando a sus formaciones en proceso de jibarización, especialmente grave en el caso de Ciudadanos. Ambos recogieron la confianza de miles de votantes que hoy van en busca de autor y que, en parte, ahora incluso lleva la rúbrica Vox.

Este mismo fin de semana las dos fuerzas políticas van a vivir un duro examen en las elecciones autonómicas de Castilla y León. Ciudadanos, que tenía 12 diputados que le han permitido tener la vicepresidencia y un notable desempeño de la Consejería de Salud en tiempos bien difíciles, según las encuestas, obtendrían entre 0 y 5 escaños, y sus votos se repartirán entre casi todos los demás. En el caso de Vox, las encuestas auguran que van a recibir el 13% de los votos que fueron de C's. El mismo porcentaje que prevén que se trasvasarán a ese partido desde Podemos, para quien pronostican el mantenimiento de sus dos escaños. Unos votantes descontentos con el bipartidismo y que esta próxima cita tomarán papeletas de Vox o de las distintas candidaturas de la España Vaciada, como la de Soria Ya!, que va a ser una segunda Teruel Existe. En este caso, el denominador de las encuestas es la dispersión de papeletas, mientras auguran que el que más crece de todos es Vox, que pasaría de 1 diputado a tener nada menos que entre 9 y 13.

Cuando echen la vista atrás, si son honrados consigo mismos,
concluirán que lo suyo quedará en la carpeta de las grandes ocasiones perdidas

Como diría ese gran viñetista que cada día se asoma a la página 2 de este periódico, Alberto Calvo ‘Supermaño’, Iglesias y Rivera: “!pa qué tanto!”

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