Adjunto a la Dirección de HERALDO DE ARAGÓN

Expulsado del olimpo

Expulsado del paraíso
Expulsado del olimpo
Pixabay

Cada quince segundos se escribe un libro nuevo en el mundo. 

Son más de dos millones cada año. En términos absolutos, se han publicado unos 130 millones de títulos en la historia de la humanidad. Ante este aluvión cabe preguntarse qué obras son las que perviven. Los especialistas tienen confeccionado un canon del siglo XX, al estilo Harold Bloom: ‘Ulises’ (James Joyce), ‘En busca del tiempo perdido’ (Marcel Proust), ‘La metamorfosis’ (Franz Kafka), ‘La montaña mágica’ (Thomas Mann), ‘El Aleph’ (Jorge Luis Borges)… En las listas más reputadas no figuran Hermann Hesse ni sus novelas icónicas (‘El lobo estepario’, ‘Demian’, ‘Siddhartha’ y ‘El juego de los abalorios’), a pesar de que ha sido el autor de lengua alemana más leído en el mundo, por delante de Thomas Mann y Stefan Zweig.

Situado entre el romanticismo germano del siglo XIX y el existencialismo del XX, es uno de los escritores más amados y a la vez más despreciados de la literatura. Tan aclamado por el público como denostado por la crítica, sus detractores lo consideran un sensiblero mientras que sus fieles suelen ver en sus obras parte de su propia autobiografía y una invitación a oír la voz interior, lejos de dogmatismos.

El centenario del ‘Ulises’ de Joyce está siendo celebrado con amplio despliegue

Oswald Spengler publicaba ‘La decadencia de Occidente’ (1922) cuando el espiritual Hermann Hesse ya defendía la concordia entre los pueblos: "No reniego del patriotismo, pero primeramente soy un ser humano, y cuando ambas cosas son incompatibles, siempre le doy la razón al ser humano". Tras la Primera Guerra Mundial representó la ruptura de los jóvenes con las férreas estructuras de la Alemania imperial; durante la Segunda se erigió en símbolo de quienes se oponían al nazismo.

En 1946 le llegó el Nobel de Literatura y la muerte le alcanzó en 1962. No obstante, su ascenso al olimpo vino después, cuando se convirtió en un ídolo de la contracultura. En plena guerra de Vietnam, la juventud norteamericana encontró en él un referente ético que se había opuesto a las dos contiendas mundiales y había buscado en Oriente una respuesta al agresivo materialismo. En los años sesenta y setenta, la juventud de Estados Unidos y Europa convirtió sus obras en auténticas guías existenciales, en señas de identidad generacional.

Fue, pues, ídolo de los ‘hippies’, mentor y superventas. Se convirtió en uno de los autores europeos más leídos y traducidos, con más de 140 millones de ejemplares vendidos en todo el mundo. Thomas Mann llegó a sostener que ‘El lobo estepario’ "no tiene nada que envidiarle en cuanto a su audacia experimental al ‘Ulises’ de Joyce o a ‘Los monederos falsos’ de Gide". Y figuras destacadas como el papa Benedicto XVI han señalado que algunas novelas de Hesse les influyeron profundamente. Sin embargo, ¿quién lo lee hoy en España?

En 1922 también se publicó ‘Siddhartha’, de un autor del que hoy apenas se habla, pero que marcó con mucha mayor intensidad a varias generaciones de jóvenes en todo Occidente

Dando una vez más la razón a Rafael Sánchez Ferlosio («Las únicas novedades de la cultura actual parece que no son ya más que los aniversarios»), el mundo cultural está celebrando con fervor el centenario de la monumental novela de Joyce. Se publican artículos y reportajes sobre las tribulaciones de Leopold Bloom, su esposa Molly y el joven Stephen Dedalus a lo largo de un solo día por las calles de Dublín. Al fin y al cabo, está considerada como una de las más influyentes de la literatura universal, aunque no de las más leídas. Sobre el ‘Ulises’, Borges escribió: "Mucha gente lo ha analizado. Ahora, en cuanto a leer el libro desde el principio hasta el fin, no sé si alguien lo ha hecho".

En contraposición a este reconocimiento a Joyce, nadie conmemora el centenario de ‘Siddhartha’ ni apenas se habla de su autor, hoy ya casi olvidado. En el olimpo literario ya no está Hermann Hesse, a pesar de haber sido uno de los más influyentes autores entre las generaciones posteriores a Verdún, Auschwitz y Hiroshima. Eso sí, muchos lectores aún recordarán cuando siendo jóvenes quisieron ser, como él, un lobo estepario.

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