Derechos e indigencia digital

Derechos e indigencia digital
Derechos e indigencia digital
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Entre las seis prioridades de la UE para el periodo 2019-2024 destaca la denominada "Una Europa Adaptada a la Era Digital. Capacitar a las personas con una nueva generación de tecnologías". 

O sea, ‘transición digital’. Sobre el papel la propuesta merece la pena. Se formulan una serie de "metas digitales para 2030", en lo que llaman la "Década Digital de Europa". Incluso escriben frases tan sugerentes como: "Europa aspira a capacitar a las empresas y las personas para un futuro digital sostenible, más próspero y centrado en el ser humano". Para ello la maquinaria burocrática está tejiendo las condiciones legales y políticas que construyan ese modelo. Es un camino que ya tiene mucho recorrido.

En esa línea, el pasado 26 de enero se ha dado un paso más. La Comisión Europea ha lanzado la "Comunicación de la Comisión al Parlamento Europeo, el Consejo, el Comité Económico y Social Europeo y el Comité de las Regiones. Por la que se establece una Declaración Europea sobre los Derechos y Principios Digitales para la Década Digital".

Los ocho folios del documento comienzan con una cita de la presidenta Ursula von der Leyen que merece la pena reproducir: "Creemos en una transición digital centrada en el ser humano. Se trata de lo que queremos ser, como europeos. Para captarlo mejor, formularemos un conjunto de principios digitales. Como el acceso de todos a Internet; un espacio online seguro; el derecho a aprender habilidades digitales; algoritmos que respeten a las personas; la protección de los niños online. Estos importantes principios complementarán los derechos legales que ya protegen a los europeos online, como la protección de los datos personales o la libertad de expresión". ¿Dónde hay que firmar? Si ese es el espíritu de la norma en construcción, adelante. Si es así, el proyecto merece la pena.

Como también merece la pena el énfasis que se pone en estar preparados como sociedad para los procesos de digitalización, más rápidos que la ciudadanía. En especial "para garantizar la inclusión y el apoyo a las personas vulnerables, los ancianos, los niños y las personas con discapacidad, de modo que puedan beneficiarse plenamente de la transformación digital". Porque como es obvio y bien sabemos esto acarrea "riesgos indeseables que pueden tener efectos de gran alcance para los ciudadanos, nuestros valores democráticos, nuestra seguridad o los fundamentos de nuestras sociedades".

Necesitamos pensar qué estamos haciendo con nuestra vida en sociedad
y qué estamos dejando que hagan las élites
extractivistas usando las TIC

Es evidente que ya sufrimos el capitalismo de la vigilancia como efecto colateral de las TIC. Éstas como, toda tecnología, tienen ‘accidentes’ y consecuencias imprevistas. Las TIC modifican las condiciones de contorno del contrato social y de la idea de ciudadanía. Han sumado nuevas capas a la economía como ‘datacapitalismo’. Los datos y la atención son la mina a explotar sin miramiento. Necesitamos pensar qué estamos haciendo con nuestra vida en sociedad y qué estamos dejando que hagan las élites extractivistas usando las TIC. En esto los europeos somos unos campeones, otra cosa es con la creación del hardware y software necesarios.

Ante lo cual tenemos dos perspectivas contrapuestas. Por un lado, la optimista de convencidos como J. Mª Álvarez Pallete, presidente de Telefónica, que declaraba el jueves pasado que "la digitalización es la primera revolución tecnológica que encuentra España en posición de liderazgo" y en lo esencial repetía ideas de la Comisión. Por otro, la escéptica de quienes dudan de la capacidad para gestionar el cambio de las élites dirigentes, sean políticos, empresarios o tecnólogos. Citando a un admirado amigo: "la tecnología es una de esas producciones maravillosas del ser humano". ¡Pero ojo qué se hace con el fuego o con la dinamita! De este lado crece la constatación de la ‘indigencia digital’, derivada de las trampas de los GAFAM (Google, Apple, Facebook, Amazon, Microsoft) y del uso de las TIC domesticando la vida cotidiana. Un ejemplo lo vemos ya en la atención presencial de las entidades bancarias e incluso con la cita previa de las administraciones públicas. La retórica de los derechos digitales se ha convertido en la excusa perfecta para volver a explotar a la ciudadanía. Y si lo quiere comprobar, acérquese a su banco y experimente. 

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