Aversión numérica

Aversión numérica.
Aversión numérica.
Pixabay

Hoy es un día pintoresco, peculiar en el milenio, y dentro de veinte jornadas toca otra de esas combinaciones curiosas del calendario: 22022022

Los romanos tenían aversión por las cifras pares. Tradicionalmente, la fortuna siempre vino con las nones: la magia del uno, la santidad del tres, la eternidad del nueve, la infinitud de las setenta veces siete. Está, sin embargo, el dos, condenado a su sino binario, a la división natural y finita, aunque lleve consigo aparejado el placer interminable de la simetría. En la cultura china existe la tetrafobia: la pronunciación del cuatro se parece demasiado a la de la palabra muerte. Pocos son los rascacielos en Hong Kong cuyos ascensores no salten de la planta treinta y nueve a la cincuenta. En cuanto al símbolo satánico, vamos a evitar nombrarlo, pese a que Rubén Blades compuso una canción maravillosa al metro neoyorquino que lo evoca: "Apúrate, maquinista, que de hace tiempo estoy esperando el número seis". Fuera de toda lógica entre los impares, el trece se lleva la palma con su mal fario. En Manhattan, solamente el diez por ciento de los edificios tiene piso decimotercero. Servidora perdió allí mil cartas por habitar el apartamento 12A en un rellano donde el resto de los vecinos vive tras las puertas 11, 12 y 14.

Con esta suman cuarenta mis columnas del día 2. Seguramente la casualidad me otorgó esa fecha entre las otras posibles, pero confieso que me gusta. Fruto de la manía o efecto de la superstición, cruzo los dedos para seguir sumando.

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