El busto relicario de San Valero en el retablo de la Seo.
El otro Valero.
Guillermo Mestre

Ayer celebrábamos San Valero, y como todos los santos tienen su octava y al caer esta vez en sábado, por ser políticamente correctos seguiremos de fiesta mañana lunes.

Por segundo año consecutivo, tomamos el roscón con mascarilla, aunque no hay Gigantes y Cabezudos en la plaza del Pilar, pese a estar vacunados con la tercera. Sí, música, teatro y Tragachicos, visitas a museos y a la Casa Consistorial. A nuestro santo patrono no podemos cancelarlo, como a San Antón y la bendición de los animales en la iglesia de San Pablo, San Blas –benefactor de nuestras vías respiratorias–, o con Santa Águeda, cuando la violencia de género parece haber crecido con la pandemia.

La gala de entrega de los premios Valero, al profesor e historiador Agustín Ubieto, "por el estudio, conservación y divulgación de la historia y la cultura aragonesas", Aspanoa –Asociación de Padres de Niños Oncológicos de Aragón– y la Academia Aragonesa de la Jota, también se ha suspendido hasta nuevo aviso. Mientras, los vuelos a Londres, París, Bruselas, Milán o Viena, superadas las primeras olas y con pasaporte covid, ofrecen precios de rebajas de finales de enero, por compensar la subida de la luz y la debacle económica del turismo y tantos sectores afectados.

Bien, que nuestros políticos se ocupen de sus ciudadanos más insignes; o se prolongue San Valero al 31 y la Cincomarzada al 7, para no perder fiesta. Pero seguimos obviando lo esencial. ¿Qué nos dice en tiempos de pandemia Valero de Zaragoza? El Concilio de Elvira (Granada, siglo IV), su acólito Vicente, la persecución de Diocleciano, su destierro en el Pirineo, su enterramiento en Roda de Isábena, la restitución de sus reliquias hasta reunirlas en el busto relicario de la Seo… y que era tartamudo. Bien fuera por los años, bien por su diversidad funcional.

Como Demóstenes, que a fuerza de voluntad y piedras bajo la lengua se convirtió en el mejor orador de la Grecia antigua (siglo IV a. C.); o el rey Jorge VI de Inglaterra, que sílaba tras sílaba transmitió el discurso más conmovedor de todo el Reino Unido.

Etiquetas: tiempos oscuros, pandemia, bloqueo visceral, superación. Nos tienen mucho que decir.

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