Por
  • Eva Pérez Sorribes

Granjas

Parque eólico en el municipio oscense de Gurrea de Gállego.
Granjas.
Rafael Gobantes

Las granjas ya no son solo de animales. 

Y por eso su debate en Aragón se está quedando muy corto. Ahora mismo, en nuestro vasto y ancho territorio comparten espacio las renovables con las ganaderas y pronto lo harán también con las de datos. Son las nuevas versiones de granja. Las de renovables, en forma de parques eólicos y fotovoltaicos -más de 30 en construcción y más de 400 en tramitación en Aragón- diseminadas por el territorio y okupando, más de lo que debieran, paisajes y enclaves turísticos. Las de datos -con sello de Amazon- instalándose, en municipios como Villanueva de Gállego, el Burgo de Ebro y Huesca, de momento. Es la primera vez que los de Jeff Bezos salen de grandes ciudades, seducidos por nuestra potencia logística y sobre todo capacidad energética. Y luego tenemos las clásicas y perdurables granjas de porcino que aquí, con más de 9 millones de cerdos, copan el territorio, dando de comer a muchos pequeños agricultores de esta España que estaría mucho más vacía sin ellos, pero que a la vez nos saturan y contaminan 11 zonas aragonesas por culpa de los nitratos. Tenemos más territorio que personas y la diversificación será cada vez mayor, cada versión granjera con sus pros y sus contras, pero todas con una exigencia común: piden a gritos una adecuada ordenación del territorio. Y eso le toca a la política. Porque al campo también hay que ponerle puertas y si no, escribiremos nuevos capítulos de rebelión en la granja. Orwell denunciaba en la suya los totalitarismos, y ahora son los ciudadanos los que denuncian como los de siempre, unos pocos, se reparten lo de todos.

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