jefa de Información municipal de Zaragoza en HERALDO DE ARAGÓN

Banalizar las pandemias

Médicos en la UCI del Hospital Clínico de Zaragoza.
Banalizar las pandemias.
Marcos Cebrián

La covid no es una gripe. 

Aunque las vacunas reducen la gravedad de la enfermedad, el tsunami de contagios de ómicron y delta, con 90.000 infectados desde Nochebuena, 126 muertos y 700 hospitalizados, lleva a los hospitales aragoneses a una situación límite, con 842 infectados, 72 de ellos en la unidad de críticos. Hasta aquí, los datos objetivos. Hablemos ahora de sensaciones. Surfeamos una séptima ola aún ascendente que siembra la desesperación entre los sanitarios, desbordados de trabajo y de bajas; que genera preocupación entre los empresarios y que desata la indignación entre contagiados desatendidos en una pandemia que pretenden disfrazar de endemia.

Reconocer que el sistema sanitario está desbordado resta votos. Pero lo está. Alentar vacuos debates sobre cómo monitorizar los casos para silenciar los contagios en plena ola epidémica demuestra que nada hemos aprendido en dos años de pandemia. Si el Ministerio de Sanidad prefiere dedicar más tiempo a la desinformación que a actualizar la ley antipandemias o a contener con restricciones la ola, será mejor para todos que se lave las manos y siga abusando de la cogobernanza.

La tolerancia social con los no vacunados se agota pues ocupan camas de hospital de un sistema tensionado cuando podrían evitarlo. Su libertad importa, la del resto no. Admiran a Novak Djokovic, número uno en tenis y en mentiras, que regala sonrisas envenenadas de covid a la prensa. Se siente por encima del bien y el mal, sin reparar en que pasarse de listo tiene un precio. Y le debería salir muy caro.

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