Miope Garzón

El ministro de Consumo, Alberto Garzón
El ministro de Consumo, Alberto Garzón
Lola Pineda / Europa Press

Alberto Garzón tiene criterio pero es un político profundamente torpe, que es la habilidad que arruina la carrera de cualquiera; sobre todo si se pertenece a un Gobierno (y ya no digo nada si además es de coalición).

 Le ha pasado con sus dos intentonas para explicar que la sociedad debería reducir el consumo de carne por salud y sostenibilidad a medio-largo plazo del medio ambiente. Dos razones que probablemente apoyarían la inmensa mayoría de los médicos y científicos que las leyeran. La cuestión, por tanto, es mucho más interesante que quedarnos en el punto meramente saludable o ambiental. Por un lado, Garzón critica un tipo de ganadería concreta en ‘The Guardian’, la industrial, que produce carne barata y en grandes cantidades. Lo que no se lee en toda la entrevista, ni en la respuesta, según él completa, que ha compartido en sus redes sociales, es cómo garantizar el acceso a la carne en personas de menor poder adquisitivo si propone apostar por la ganadería extensiva. Y tampoco se lee por ningún lado el proyecto que el ministro de Consumo, que es economista, tendría para reconvertir los puestos de trabajo que actualmente genera esa industria a otros sectores o modelos de ganadería.

Estas dos cuestiones, más allá del ruido mediático y del cabreo lógico (y un pelín populista y cortoplacista) de muchos presidentes autonómicos, destapan un hecho clave en el futuro de las izquierdas españolas: que existe una que ha entendido mucho más que la otra que el orden de prioridades de las clases bajas y medias es el empleo y la economía antes que el medio ambiente, sin que ello elimine de la ecuación a este último punto. Y en esa realidad está ahora mismo como máximo exponente la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, que cada vez disimula menos tanto su carrera para ser presidenta del Gobierno como la incomodidad que le generan algunos de sus compañeros de Unidas Podemos, centrados mediáticamente en una suerte de izquierda cuqui. Y eso que Garzón y ella compartieron las siglas de IU, pero no hay nada peor (o mejor) que un converso.

Garzón y sus izquierdas deberían empezar a pensar como gestores más que solo como ideólogos; y argumentar sus proyectos con soluciones de empleo y accesibilidad. Lo contrario es una miopía irresponsable que entierra hasta los juicios sensatos.

@juanmaefe

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