Por
  • David Serrano-Dolader

Retraso… real

Una carta a los Reyes Magos que llega tarde.
Una carta a los Reyes Magos que llega tarde.
Toni Galán

Melchor, ¡perdón! Gaspar, ¡excusas! Baltasar, ¡sorry! 

Pues sí: llego tarde pero ya se sabe aquello de ‘si la dicha es buena’. ¡Así sea! Para enero pido que no haya Filomena ni Filomeno que nos congelen. Para febrero, que pueda celebrar mi cumpleaños sano y feliz. Para marzo solicito una electrocutante bajada de la factura de la luz. Para abril, ya puestos, pues aguas mil. Para mayo deseo flores a porfía, como decían las virginales estrofas. Para junio, un buen final de curso para docentes y discentes. Para julio, muchos libros para empezar a devorarlos. Para agosto me gustaría solecito y cervecita. Para septiembre, que nunca paguen justos por pecadores. Para octubre me quedo con un poquito de por favor. Para noviembre, con un muchito de esplendor. Para diciembre… no pido nada.

El 22 de diciembre no gané ni un euro en la lotería. Como contrapartida, en Nochebuena y Navidad no discutí ni con mi cuñado. Para Nochevieja, los canapés estaban deliciosos y las patatas a lo pobre del cabrito, ¡excelsas! En Año Nuevo me levanté tarde y vi el concierto de Garmisch-Partenkirchen y los saltos de esquí de Viena (aunque de esto no estoy muy seguro, la verdad). Y así -y asá- llegamos al 9 de enero: con las pilas y los dineros agotadicas y agotadicos; con las ganas de acabar con el bicho, el bichazo y los bichitos mutantes; con la esperanza de derrotar a la desesperanza triunfante; con la utopía de que los bancos se humanicen…

Como diría el loco: mes a mes y mes a mes, ¡cumple un deseo… o tres!

David Serrano-Dolader es profesor de la Universidad de Zaragoza

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