Por
  • Víctor Juan

Mis días azules

Colegiata de Caspe
MIs días azules.
Ayuntamiento de Caspe

Con el paso del tiempo he descubierto la importancia de lo que viví y sentí en Caspe para entender quién soy. 

Soy las palabras con las que mi madre me enseñó a nombrar el mundo. Soy el amor infinito con el que me quisieron. Soy el silencio de las siestas. Soy las noches serenas preñadas de estrellas. Soy las risas de los juegos en las escaleretas de la iglesia. Soy la complicidad de las mujeres de la calle Vieja. Soy la emoción de la sesión infantil de las tardes de cine. Soy la sirena que marcaba la hora de comer y de cenar. Soy el asombro de los ojos abiertos de par en par. Soy la lumbre de las campanillas de aceite de ‘tolosantos’. Soy las verbenas de la plaza. Soy la ingenuidad del niño que descubría la caricia de otra piel. Soy el ‘avemaríapurísima’ de mis primeros días de escuela. Soy el recuerdo de los olores de los patios de las casas. Soy las canciones dedicadas de Radio Caspe. Soy la confianza que mi abuelo tenía en mis posibilidades. Soy el tiempo que perdí mirando las musarañas o paseando en Babia. Soy las meriendas en el Vado. Soy el niño pescador que hizo de la soledad una dulce compañía. Soy la sinfonía que interpretaban las cigarras bajo el sol abrasador. Soy las lágrimas contenidas ante la injusticia. Soy el miedo acumulado en una guerra, ese miedo que nunca se nombraba. Soy las huertas que inundó el pantano. Soy la esperanza de la luz de las luciérnagas. Soy los fuegos artificiales de las fiestas de san Roque. Soy la ilusión de la noche de Reyes, soy los días azules de mi infancia.

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