Redactor de Cultura de HERALDO DE ARAGÓN

Paseo de arte por Aragón, 1939-1957

El cuadro 'Acarreo de mies' (1955) de Marín Bagüés, un artista esencial que da origen a las vanguardias.
El cuadro 'Acarreo de mies' (1955) de Marín Bagüés, un artista esencial que da origen a las vanguardias.
A. C. /Heraldo

El IAACC ‘Pablo Serrano’ siempre está esperando su oportunidad. Exponga lo que exponga rara vez atrae a la gente. Como una extraña condena, casi siempre está medio desierto o desierto del todo. Da igual que muestre una recreación de las Pinturas Negras de Goya, la obra de Gonzalo Tena, interesante pero nada fácil, o un viaje en el tiempo desde 1939 a 1957, en dos salas, sin contar con la muestra permanente de Pablo Serrano y de Juana Francés. Tiene algo que niega su condición, y la antigua ambición institucional, de que sea lo que tiene que ser: el centro coordinador de las artes plásticas de Aragón y también un escaparate constante de tres siglos de creación incuestionable.

Quizá el montaje de ‘Las Artes de Aragón, 1939-1957’ de Eva Alquézar y Marisa Grau pueda resultar un poco laberíntico y heterogéneo, y no todas las obras luzcan del todo. Concedido. Dicho eso, la propuesta es muy interesante: todo lo que sucedió en ese período es sumamente atractivo. Nos explica a todos: la posguerra, las ritos y mitos del franquismo, Regiones Devastadas y un sinfín de artistas: Francisco Cidón, tan importante, los ilustradores Bayo Marín y Guillermo Pérez Bailo, Ugalde y Chas, la pintora Joaquina Zamora, los arquitectos Regino y José Borobio, artistas como Cecilio Almenara o el riojano Ángel Díaz Domínguez, tan goyesco, que acabaría dejando su impronta en el Casino Mercantil. 

Arriba, en la sala 4, entre otros instantes, está toda la época de Pórtico, que empieza en 1947 con nueve artistas y acaba un poco más tarde con solo tres: Santiago Lagunas, Eloy Laguardia y Fermín Aguayo. De los tres se exhiben obras antológicas, esas ‘Formas aguzadas’ de Lagunas; la pintura de ‘La parrilla’ de Aguayo, etc. Fueron rebeldes e innovadores desde la ciudad que recibía al Caudillo con una adhesión absoluta: transformaron la mirada, la pintura misma. 

Los Pórtico fueron rebeldes e innovadores desde la ciudad que recibía al Caudillo con una adhesión absoluta: transformaron la mirada, la pintura misma.  
Un cuadro goyesco del riojano, afincado en Zaragoza, Ángel Díaz Domínguez.
Un cuadro goyesco del riojano, afincado en Zaragoza, Ángel Díaz Domínguez.
A. C. /Heraldo

Como lo hizo un joven Antonio Saura, como lo hacían un clásico como Luis Berdejo y un veterano Francisco Marín Bagüés, uno de esos artistas que parecen modestos, con cuadros pobremente presentados (que merece ya un sencillo y moderno enmarcado), y son únicos. La lista es más larga, y acaba en Forqué y Buñuel, el Goya del cine de rompe y rasga que hace una parábola sobre el dolor de la infancia en ‘Los olvidados’. Si tiene un rato, si le apetece, deles una oportunidad.

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