DJ Nano y una debilitada escena musical

DJ Nano, minutos antes de arrancar su sesión en el Teatro Romano.
DJ Nano, minutos antes de arrancar su sesión en el Teatro Romano.
Guillermo Mestre

El señor Scrooge que albergo en mi interior lleva unos días engordando. Tras el ‘Especial Soulería Navidad’ con que nos obsequió Pitingo en el Principal de Zaragoza el pasado día 13, esta misma semana, el miércoles y también dentro de una programación navideña municipal, se le dejaba hacer a DJ Nano nada menos que en el Teatro Romano.

Este fue un ‘show’ que se había anunciado con misterio, sin decir dónde se materializaría, y que debía atraer público al servicio de ‘streaming’ de una productora madrileña; aunque al final lo vieron cuatro gatos (no, desde luego, los de la colonia felina desalojada este 2021 de aquellos restos bimilenarios): nunca llegaron a cien las personas que lo seguían.

Son episodios anecdóticos en el devenir de la escena musical y de la propia política municipal en su apoyo, pero es que esta todavía es muy necesaria, urgente, cuando las cosas vuelven a ponerse feas para el futuro inmediato del sector, de los que más han aportado a la cultura local.

La ciudad tiene un Auditorio apreciado dentro y fuera, que siquiera por inercia ha resistido la pandemia, y una red de salas privadas que hasta que esta llegó vivía sus mejores momentos, con actuaciones a diario y de tal nivel, incluidas algunas gratuitas, que el aficionado se obligaba frecuentemente a elecciones dolorosas. El circuito estaba reactivándose en los últimos meses y merece que se concentren en él los esfuerzos. Porque han vuelto las cancelaciones y el miedo, y las restricciones sanitarias, quizás ya la semana que viene, podrían limitar otra vez su actividad.

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