Por
  • Francisco José Serón Arbeloa

Necedad de algunos dirigentes

Necedad de algunos dirigentes
Necedad de algunos dirigentes
Leonarte

El verdadero título de este texto debería ser ‘La lucha contra el cambio climático, la cumbre de Glasgow o la demostración de por qué los conejos no pueden hacer la ley de caza’, pero era demasiado largo y lo he tenido que reducir.

Y para que no se sientan agraviados aquellos que se reconozcan en la descripción, me pondré a su mismo nivel, y afirmo de mí mismo que debo de ser del conjunto de personas como, Abundio y Pichote, Cardoso y el cojo Clavijo, Perico el de los Palotes, Panarra y Pipí, el tonto de Coria, el del Bote y el de Capirote, sin olvidar a aquel pobre al que se le ocurrió asar la manteca o al tonto bolonio.

Y ustedes preguntarán por qué lo hago, la respuesta es por la sencilla razón de que hasta ahora he confiado en que aquellos que dirigen a la especie humana van a intentar resolver los problemas extremadamente difíciles e inaplazables que se les presenten, como por ejemplo el cambio climático. Suposición que al parecer no ha sido demasiado aguda y a la evidente situación climática actual me remito. Repasen los objetivos alcanzados en las más importantes Conferencias de las Partes (COP) de Naciones Unidas sobre Medio Humano. COP1-Berlín (Alemania), 1995. COP2-Ginebra (Suiza), 1996. COP3-Kioto (Japón), 1997. COP13- Bali (Indonesia), 2007. COP15-Copenhague (Dinamarca), 2009. COP16-Cancún (México), 2010. COP19-Varsovia (Polonia), 2013. COP21-París (Francia), 2015. COP25-Santiago (Chile)– Madrid (España) y COP26-Glasgow (Reino Unido), 2021. Los resultados obtenidos son desoladores, es como si estuvieran bailando, dan un paso adelante y dos pasos atrás. Y aunque es encomiable la preocupación de algunos de nuestros representantes mundiales, siguen ganando la partida esos otros mandatarios que se llevan tan bien con algunos de esos partidos políticos, consejos de administración de multinacionales, empresas y bancos, ayudados por ciertos expertos economistas y demás, que en relación con esta temática ponen de manifiesto un marcado comportamiento antisocial, con una empatía y remordimientos reducidos y un carácter más bien desinhibido y ansioso por las cuentas de resultados de las que deben sacar pingües beneficios.

Parece que buena parte de los dirigentes mundiales no se dejan convencer por la
realidad y los datos científicos que demuestran el grave peligro del cambio climático

Estoy convencido de que esas personas son conscientes de que se están jugando el futuro de la salud y el bienestar de los seres humanos en la Tierra, pero su necedad y egoísmo unidos a su cobardía para tomar decisiones difíciles les atenazan y no reaccionan. Mientras, la Tierra seguirá funcionando adaptándose a las condiciones de contorno que la rodeen en cada momento y ya van viendo que la naturaleza en su adaptación no se anda con chiquitas.

Cada vez está más claro que en la acción por el clima va siendo hora de añadir algo más a nuestras actuaciones personales bienintencionadas, amables, educadas y estéticas, al pacifismo estratégico, y a las prácticas de márketing verde destinadas a crear una imagen ilusoria de responsabilidad ecológica, ya que a todas luces esos comportamientos son completamente insuficientes. Como ha dicho Andreas Malm, hay que pasar de las posturas monas a las de cabreado. Todos sabemos lo que hay que hacer en realidad y es decidir parar la producción y las costumbres de actuación basadas en combustibles fósiles y sustituirlos por otros tipos de energías o costumbres que no maten o maten menos. Recuerden, todos los días, el cambio climático mata, los combustibles fósiles matan, y ciertas costumbres típicas de países avanzados matan.

Es hora de pasar de las buenas intenciones a la acción efectiva

Como escribió Philip K. Dick, "la realidad es aquello que, aun cuando dejes de creer en ello, no desaparece". Como supuestos hijos de la Ilustración, deberíamos abrazar el credo radical del realismo universal comprobable basado en datos. La lástima es que la mentalidad de muchos de aquellos que están involucrados en la dirección del mundo parecen tener en su cerebro un batiburrillo sincrético, donde el clima y sus fenómenos asociados coexisten al parecer con sus carteras, sus ansias de poder y la sanación mediante cristales.

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