La paradoja del personal sanitario
La pandemia está resultando trágica en el peor de los casos, e incómoda e incomprensible en otros.
Pero lo peor es cuando resulta incoherente. Ya ocurrió con medidas como que los convivientes no podían viajar juntos en un mismo vehículo o tenían que caminar separados cuando salían a la calle. Pero, bueno, también desinfectamos calles y estaciones como posesos y luego se ha visto que estas medidas hacían más bien poco. Nadie llegó a esto aprendido.
El Gobierno de Aragón anunció ayer nuevas disposiciones, todas centradas en el pasaporte covid. Básicamente, hará falta para tener una mínima vida social.
Y entre los nuevos ámbitos en los que se va a exigir figura también el sanitario. Si usted va a visitar a un familiar al hospital tendrá que mostrar un certificado que acredite que está vacunado, ha pasado la enfermedad o tiene un test negativo. Es curioso que esta misma exigencia no rija para el personal sanitario, cuando la propia consejera de Sanidad ha reconocido que el 9,1% de este colectivo no se ha vacunado. Este mandato sí que se impone para quienes trabajan en residencias de ancianos y están en contacto con los pacientes.
La exigencia del pasaporte covid es discriminatoria de por sí y en esa discriminación radica su fuerza para ‘convencer’ siempre que ‘paradójicamente’ sea igual para todos. La consejera de Sanidad argumentó que es una medida "complicada" de aplicar a los sanitarios. Sin duda. Pero es mucho más difícil entender que no se haga.