Otra gran estafa

Foto de archivo de un camarero en un bar
'Otra gran estafa'
Pixabay

El ‘coliving’: decir que tienes que compartir piso. 

Se llama precariedad, trabajadores pobres, pero maquillada con una etiqueta, un barbarismo útil porque hasta siendo precario se puede estar a la moda. Una etiqueta solventa una carencia, la endulza, y en ese reducto del mal de muchos se sobrevive, presume y las injusticias se alivian. Una circunstancia sobre todo es una descripción. La cuestión es que ahondando en esa tendencia suicida del maquillaje del precario, cómo estará el mundo que no hemos tenido suficiente con una pandemia (y las carencias que manifiesta) para frenar la escalada de etiquetas que erosionan las clases sociales, que ahora nos invade una nueva moda que normaliza lo imposible y retrata un mundo que solo existe en los programas electorales y tertulias. Lo han llamado ‘La Gran Dimisión’ y consiste en que, tras la pandemia, los trabajadores se han dado cuenta de que estaban en empleos que no les gustaban y han decidido abandonar sin miedo al paro ni a la incertidumbre. Esto se ha contado como una moda muy cool, guay, de esas de mi vida es mía tanto como de Belén Esteban es su verdad; una sudadera de Big Fish de Albert Espinosa llevada a una construcción naif de la realidad: una bomba atómica de tontería sobre un país donde los derechos laborales titubean y con un paro del 15%. Es decir, un país donde la agilidad del mercado laboral no ofrece una alternativa de empleo en poco tiempo, y donde reina la incertidumbre del desempleo.

Expertos en mercado laboral ya han advertido que en España ni hay ‘Gran Dimisión’ ni se la espera. Esto, en un país donde los trabajadores cada día están menos movilizados, arroja dos cuestiones clave. Una: los lanzados a la aventura de la renuncia a su trabajo tendrán las judías aseguradas por otro lado (papá, mamá, herencia) y yo que me alegro, pero que no se erijan enemigos del capital. Dos: tragar con un empleo no es una señal de debilidad o esclavitud sino de madurez, necesidad y tesón. Y sobre todo, para los que están en este segundo punto, una evidencia que dignifica: apretar los dientes y tragar es de valientes; humillar estas falsas modas que tratan de perpetrar un mercado laboral cada vez más cruel, también. Luchar desde dentro por acabar con los abusos siempre ha sido la única salida; y sin barbarismos.

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