El crecimiento económico aragonés en este 2021 va a ser intenso

–con tasas en el entorno del 4,5%–, pero menor que el previsto a causa del aumento del coste de la electricidad, del incremento de la inflación y de los cuellos de botella en los suministros a las empresas. Lo mismo ocurre con el conjunto de la economía española. Esta ralentización de la recuperación es manifiesta en todos los informes de coyuntura, como el de Ibercaja. La entidad financiera también ha corregido a la baja sus previsiones del año en curso y al alza las del próximo, dejando claro que la recuperación económica plena que esperaban se pospone a 2022. Los gobernantes tienen que introducir medidas correctoras para hacer frente a la incertidumbre que alimentan tanto la nueva ola de la pandemia como la inflación y la escasez de componentes y materias primas. Consolidar la reactivación es el gran objetivo a corto y medio plazo.

Los analistas de Ibercaja consideran que los problemas derivados de la carencia de suministros, que están afectando de lleno al desempeño de la industria y de las exportaciones en Aragón, han frenado la buena marcha de la economía experimentada hasta el verano gracias a la positiva evolución de la vacunación. No obstante, creen que estos problemas se irán resolviendo a lo largo del próximo año, completándose la recuperación iniciada en 2021, que se verá además reforzada por la llegada de los fondos europeos ‘Next Generation’. Sea como fuere, la situación creada por la escalada de precios exige que las administraciones (tanto españolas como europeas) reaccionen con rapidez para resolver de entrada aquellos factores que provocan que Aragón y el conjunto de España tengan una inflación mayor que la media de la UE, con objeto de no perder competitividad, ya que ello reduciría de nuevo las buenas perspectivas de crecimiento.