Se busca cómico

'Se busca cómico'
'Se busca cómico'
Pixabay

Este lunes, el cómico David Suárez ha ido a juicio por un chiste de 2019. 

La Audiencia Provincial de Madrid consideró que pudo cometer un delito de odio contra las mujeres con síndrome de Down, por lo que el fiscal ha pedido para él un año y diez meses de cárcel, y 3.000 euros de multa. Lo cierto es que para mí sería tremendamente cómodo decir que el chiste no tenía gracia, que carecía de buen gusto… pero la verdad es que no me voy a posicionar porque mi opinión respecto a un chiste, igual que la suya, lector de esta columna, así como la de cualquier otra persona, no importa. Los chistes son ficción: si se condena a Suárez por este, se debería condenar a todos los que ficcionan asesinatos, violaciones, ataques a minorías… O lo que es peor, a aquellos que no gustan a una moral de la mayoría, que, ojo, no es la moral real sino la moral pública. Es decir, aquello que nuestra imagen de cara a la galería está dispuesta a tolerar, aunque en nuestra intimidad nos pueda hacer gracia o incluso darnos igual.

Estos juicios, acaben o no en condena, no defienden la dignidad de unas u otras personas. Solo sirven para coartar la libertad de expresión dejando la creatividad en una nebulosa moralista de lo más normativa, que empiece a diseñar contenidos que muestren un mundo encorsetado por una realidad deseable pero ajena. El problema de base es que ese mundo deseado es de cada uno, y resulta imposible establecer unos límites legales a una interpretación que siempre va a ser personal. La cuestión, por tanto, es: ¿quién va a dominar entonces los límites mayoritarios de los temas sobre los que se puede hacer humor? A mí me da la sensación de que serán los mismos que tratan de imponer discursos ‘buenrollistas’, eclécticos, de vaciado intelectual, para que pase mejor el plato único de la cena.

El riesgo superior que intuyo será una creatividad tolerada, masiva, pero alejada de un mundo a veces cruel, amable, aburrido, doloroso, risible. Es decir, una ficción que represente a lo que debemos aspirar según unos pocos. ¿Y la risa? Pues como consecuencia del pudor, la genialidad, la improvisación y el exceso, me temo que se venderá en lata, y crecerá en los márgenes del mundo. Como siempre, vaya, pero sintiéndose delito, que no es mala opción para que las risas se escuchen más fuerte.

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