La desafinada guerra del PP en Madrid

Egea, Ayuso y Almeida cuando Casado lanzó la candidatura del alcalde a presidir el PP de Madrid
'La desafinada guerra del PP en Madrid'
Efe

¿Un partido puede permitirse el lujo de embridar a una máquina de cosechar votos como Isabel Díaz Ayuso?

Esa es la pregunta que sugiere el empeño de la dirección nacional del PP en que la presidenta de Madrid no lo sea también del partido en la comunidad. A Ayuso se le niega lo que tienen Feijóo en Galicia; Mañueco, en Castilla y León; Moreno, en Andalucía, y López Miras, en Murcia. Todos son barones de marcado perfil; algunos se desmarcan cuando lo creen pertinente. Pero cuando Casado dice que no quiere ‘solistas’ en el PP parece hablar a Díaz Ayuso, ignorando, además, que no hay concierto que se precie sin unos buenos solos.

Pablo Casado está afianzando su liderazgo tras la moción de censura que desalojó a Rajoy de la Moncloa. Las encuestas le sonríen; los fondos europeos llegarán con el peaje de las reformas; Sánchez tendrá unos Presupuestos lastrados por el incómodo apoyo de ERC y Bildu; la enmienda simbólica, y por eso tan grave, a la Transición, a través de la Ley de Memoria Democrática afrenta a quienes lucharon por la amnistía de 1977… Por eso, aunque los dos bandos enfrentados desgranan agravios, más o menos pueriles, es incomprensible que se enreden en rencillas en el lugar que propició su remontada el 4-M.

Los partidos sueñan con candidatos que muevan al electorado, pero cuando aparecen empiezan los recelos. No hay máster para gestionar los egos, pero está claro que tienen que afinarlos para que la orquesta no decepcione al público.

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