A unos presupuestos generales del Estado cogidos con alfileres, con la balanza entre ingresos y gastos desequilibrada de inicio, les queda todavía el test de estrés definitivo. 

Las exigencias de PNV, ERC y Bildu para que las cuentas de Pedro Sánchez lleguen a buen puerto suponen una cifra millonaria. El ‘impuesto presupuestario’ es un clásico que supone un beneficio extra, cada ejercicio, a País Vasco y Cataluña.

España tiene pendiente de actualizar el sistema de financiación autonómica, que confronta dos realidades. Las comunidades afectadas por la despoblación, como Aragón, que cuenta ya con más de 83 pueblos cuyos habitantes tienen más de 60 años de media, reclaman que en el coste de los servicios se incluya esta circunstancia, lo mismo que la dispersión territorial, que afecta también a Galicia o a Castilla y León. Nada que ver con las reclamaciones de la España poblada, lo que borra las diferencias ideológicas. Javier Lambán se entiende mejor con Núñez Feijóo que con Ximo Puig. Por eso asistirá al encuentro convocado por el presidente gallego para abordar propuestas comunes a problemas compartidos.

Hay pocas esperanzas de que desde La Moncloa se vayan a brindar soluciones razonables. Seguramente se esgrima que garantizar la igualdad entre habitantes de diferentes territorios sale muy caro. Mientras, con casi total seguridad, asistiremos al esfuerzo que sí se hará para responder a las exigencias de tres partidos que tienen la sartén por el mango.