Por
  • Mariano Gállego Palacios

Bella y frágil

Calle de Beceite
'Bella y frágil'
Laura Uranga

Recorrí este otoño la comarca turolense del Matarraña y me llené con los tesoros de esta serranía salpicada de villas medievales con cuestas empedradas y muros cargados de historia envueltos en paisajes de ensueño tallados por sinuosos cursos fluviales de caprichosa belleza. 

Tuve suerte, pude disfrutar sin agobios, colas o retenciones. Me alojé en una antigua fábrica de papel de Beceite convertida en un hotel de los que ahora llaman con encanto. Y vaya si lo tenía. De ahí salieron otrora cartulinas para grabados de Goya, para billetes de la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre o para naipes de Heraclio Fournier. En las salas donde antaño se oreaba el papel mojado –ahora cómodas habitaciones– se mantienen las vigas agujereadas donde se ensartaban las cuerdas de las que colgaban los pliegos. Y desde el sosiego que transmite el susurro del río que suena por el balcón uno imaginaba el trajín de aquellos molinos papeleros que daban empleo a cientos de trabajadores antes de la decadencia del sector.

Llegué después de la gran avalancha que por segundo verano ha ocupado la zona, descubierta para el turismo masivo como oasis natural, remoto, aislado y silvestre tras los severos rigores del confinamiento del año pasado.

Otras comarcas aragonesas alejadas de los grandes flujos turísticos se han visto sorprendidas por el inusitado interés de los urbanitas ansiosos de naturaleza, muchos, lamentablemente, sin una mínima educación ambiental. Lo recordaba una joven vecina. "Tenemos que recoger la cantidad ingente de basura que se acumula en las pozas, cuidar los caminos... y somos ayuntamientos pequeñitos y sin recursos, lo que explica que se cobre por acceder con vehículo".

Este mismo fenómeno se describe en otros muchos lugares del medio rural aragonés, donde el auge del turismo ha llegado sin completar las infraestructuras sostenibles que deberían acompañarlo. Sospecho que si se mantiene esta tendencia, los aparcamientos de pago junto a los ríos se van a ir extendiendo, tal vez porque sea la única forma de financiar los gastos extra de quienes se comportan con desidia o irresponsabilidad en parajes de naturaleza tan bella como frágil.

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